lunes, 30 de junio de 2008

Protocolo cañí

Señala Mariano A. Faci Ballabriga en su artículo "Reglamento chapuza" (H. A. 30-06-2008) que el Reglamento de protocolo, ceremonial, honores y distinciones del Ayuntamiento de Zaragoza, publicado en el B.O.P. del pasado 25 de abril es un auténtico fiasco. Con esa fecha, se abría el plazo para presentar alegaciones. Entre ellas, se desestimó la relativa a la no asistencia de las autoridades en los actos religiosos, y se estimó en cambio una alegación de García Nieto relativa a la ubicación de ex alcaldes en las comitivas. ¡Chupa del frasco, Carrasco!
García Nieto, presidente de la Asociación de ex concejales del Ayuntamiento de Zaragoza, pretendía, supongo, que se hiciera un sitio cerca de la mesa de los canapés a González Triviño, Atarés y Rudi, cada vez que a Juan Palomo le otorgaran una medalla de cobre por cruzar el Ebro a nado, o por editar un librito evocando la barca del Tío Toni. Lo que no sabe García Nieto es que González Triviño está en el limbo, que Atarés no se entera de nada, y que Rudi mea agua de limón en los foros europeos. García Nieto haría bien en dedicarse a la vida contemplativa. En política ya sabemos lo que dio de sí cuando dijo que el Auditorio no iba a costar un duro a los zaragozanos. ¡Ay, damasco, damasco... !

domingo, 29 de junio de 2008

El ojo que ves

Ayer decidí en mi blog continuar hablando del alcalde Belloch, pero, pensándolo mejor, he decidido concederle unos días de tregua, no sin recordarle unos versos de Antonio Machado:

El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas.
Es ojo porque te ve.

El ciudadano Belloch está que lo tira. Además de regalar 350 entradas para la Expo a cada uno de sus ediles, también ha sido espléndido con los miembros de la Asociación de Escritores de Aragón, y piensa serlo con los "blogistas". Conmigo que no cuente.
Por cierto, Belloch, ¿cuándo piensas quitar el nombre de "El Coloso" existente en una de las calles de Parque Goya? Ya se conoce a su autor: Asensio Juliá. ¿Te enteras?

sábado, 28 de junio de 2008

El ruedo de aquí

Recomendaba san Ignacio de Loyola no hacer mudanza en tiempos de tribulación. Ya en tiempos del alcalde Atarés, parece ser que éste no estuvo dispuesto a dejarse guiar ni por los buenos consejos del fundador de la Compañía de Jesús ni por ningún otro. Por aquellos días, según Belloch, las arcas municipales estaban en situación de "quiebra técnica" y Teruel, presidente de la Cámara de Comercio, entendió como acertada idea la supresión del Impuesto de Actividades Económicas para la mayoría de los pequeños y medianos empresarios. También por aquellos tiempos, el ministro Trillo, no sabemos si aconsejado por el sargento Conejero, dejó claro que no iba a haber compensaciones económicas ni por terrenos militares ni por cuarteles. Pero el entonces alcalde Atarés, que templaba con naturales, hacía el salto de la rana como el mismísimo Cordobés y ahormaba pablorromeros, declaró a los medios informativos que aspiraba a seguir presidiendo la Alcaldía hasta el año 2011, tras taparse con el capote de brega, tomar un sorbito de agua en vasito de plata, escupirlo sobre la arena y escuchar las recomendaciones que le susurraba su mozo de estoques, Ricardo Mur, y en un arranque de valentía, que aquí no hay plaza ni nombre, ni traje, tabaco y oro, que aquí hay un niño muy hombre que está delante de un toro, el matarme no repares, te concedo hasta el perdón, y como no tengo madre, la Macarena me ampare si me cuelga de un pitón.
Entonces, el torero lanza una rebolera con el salero de una abuela de las Tenerías cuando se ponía la chía sobre los hombros, mira hacia la andanada, que es donde se sientan los serios aficionados del picarral mientras piensa que estudiará la fórmula para incrementar las tasas municipales y poder compensar las carencias de cash flow. Y en un soberbio acto de matar a volapié alzahonado y corniveleto bovino, echó la casa por la ventana y regaló sesenta mil euros del contribuyente a la Kournikova y treinta mil a la Martínez por una exhibición de tenis. En fin, que el maestro Atarés estuvo en el pináculo de la gloria, cortando orejas y cintas sin temer ni rey ni roque. Finalmente fue derrotado en las urnas por un Belloch que, desde el primer día de su mandato ha estado tirando salvas con pólvora del rey, y que hoy, pasados algunos años, sigue creyendo que su finca, o sea Zaragoza, es suya, que las cuentas de la Expo se arreglarán cuadrando las cuentas a martillazos, aumentando las tasas municipales hasta la grosería y haciendo bueno al pobre Atarés, que no sé donde anda, ni me importa. Mañana seguiré con Belloch.