sábado, 23 de enero de 2010

Colgajos a tutiplén

Se me antoja que lo que acontece en España es lo más parecido al mundo al revés, como la canción de Amaral. No me extrañaría lo más mínimo que en las escuelas de Primaria los mapas acaben volteados, o sea, al norte el Cabo de Hornos, al sur Canadá, etcétera. A Víctor García de la Concha y a Javier Solana el Rey les ha concedido el Toisón de Oro, que deberán devolver sus herederos a la Corona tras sus fallecimientos. Lo que significa que ya pueden tener cuidado con no perderlos, que aquí no vale eso de santa Rita, Rita, Rita. Les recomiendo que se hagan una copia en hojalata para cuando monten en el metro. Si al menos les hubieran concedido un condado, o un ducado, la cosa cambiaría. Un diploma nobiliario lleno de orlas elegantes y con letra gótica se cuelga en la entrada, junto al máster sobre el destrozo del gusano en la patata “palogán” que hicieron a lo largo de un denso fin de semana, y lo puede ver la vecina cuando llama al timbre en bata de guatiné para pedir prestados unos pocos macarrones, o algo de sal. Un toisón de oro es otra cosa. Es un collar lleno de perifollos como el de la Orden de la Jarretera inglesa aunque al estilo de los Austrias, a los que sólo les salió redondo El Escorial.
En este mundo al revés, Moratinos le acaban de conceder la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica al embajador de Marruecos en España Omar Azziman, que viene a ser como asignársela al conde Drácula. Curiosamente, la condecoración creada por Fernando VII, el rey felón, fue entregada por Franco en 1975 a Saddam Hussein y, antes, a Eva Duarte y a Les Luthiers. También es cierto, y es de agradecer, que la rechazase en su día Loyola de Palacios. Yo todavía espero que el Gran Canciller de la Orden, Miguel Angel Moratinos, se acerque cualquier soleado día hasta la madrileña calle de los Hermanos Bécquer para hacerle entrega a Carmen Franco Polo de la rubia peluca de Santiago Carrillo. En España estamos que lo tiramos.

No hay comentarios: