sábado, 2 de enero de 2010

A TEMPO MODERATO

Sobre eso del folclore, o la expresión de la cultura de los pueblos, entiendo poco. Si les digo la verdad, más bien nada. Pero miren ustedes por dónde, leo un artículo de Alfonso Ussía en La Razón, “Será peor”, que me ha hecho reflexionar. Señala: “A las rancheras se las conoce como «los lamentos del cornudo», y los tangos son como sollozos de cabrones con pintas evocando a la mujer que los hizo infelices. El flamenco es una permanente exposición de celos cabreados y llantos sin consuelo posible”. Ahora comprendo la razón por la que no sé nada de folclore. Para entender algo habría que ser sociólogo. Bueno, la verdad es que por estos lares se baila y canta la jota, donde las letras son más equilibradas: “la Virgen del Pilar dice...”; “Pulida magallonera...”, “Por qué vienen tan contentos los labradores...”, y cosas de este tenor. Los lamentos del cornudo suelen venir al día siguiente en Heraldo de Aragón en forma de tragedia de barrio; los sollozos de cabrones se suelen resolver tirándose de punta cabeza al pozo de San Lázaro; y los llantos de cabreados unidos a los celos, eso que llaman flamenco, podrían entrar en una nueva revisión del “Rol de cornudos”, de Camilo José Cela, con permiso de Marina Castaño, después de donde va “cornudo gorrión” y antes de “cornudo gótico”, por ponerle un sitio elegante y exento de menosprecio. También podría incluirse en el “Fuero de Zorita de los Canes” de 1180; en el Fuero de Cuenca, de 1189; o en el Fuero de Madrid, de 1202. A Ussía, en cambio, no sabría dónde ponerle. Quizás en la tribuna del Congreso “la noche más larga” cantando barcarolas.

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