domingo, 18 de julio de 2010

La chapuza como norma

En su artículo de hoy en el diario ABC, “Pensar y picar piedra”, Manuel Martín Ferrand señala lo siguiente: “Después de convertir la reforma financiera en una chapuza encubridora de muchos abusos y demasiados desmanes en buena parte de las Cajas de Ahorro que configuran la mitad del sector y de reducir la reforma laboral a una rebaja del precio de los despidos, el presidente quiere, ‘cuanto antes’ y sin que se note su distancia del Pacto de Toledo, abordar la reforma del sistema de pensiones”. Vamos, que el llamado “estado del bienestar” lo va a seguir siendo pero sólo para unos pocos. España, por desgracia, tal y como aseguraba días pasados el presidente de las pymes aragonesas, Aurelio López de Hita, ha confundido el “estado de bienestar” con el “estado de malgastar”. La fragilidad en el sector financiero no ha sido resuelta todavía, las dificultades para la exportación y el consumo interno de nuestros productos continúan presentes, los déficits públicos son elevadísimos, los pisos no se venden, los bancos no prestan, las pequeñas empresas echan la persiana y los alzamientos judiciales a particulares, que discurren en progresión geométrica con el avance del tiempo, ponen de manifiesto el desgobierno del Ejecutivo. El Instituto de Crédito Oficial, anunciado en su día como el caudillo salvador, ha demostrado ser lo más parecido a esa taberna de mi barrio, donde en su interior aclara un cartel: “Para fiarle a usted ha de tener 79 años y venir con su padre”. Para colmo, Jordi Sevilla se ha despachado con la siguiente perla cultivada: “Es normal que un abogado del Estado sea funcionario, pero no que lo sea el que le lleva el café”. Me voy a dormir. El último, que apague la luz.

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