jueves, 29 de julio de 2010

¡Se acabó la miseria!

Hoy lo que me está pidiendo el cuerpo es comentar el viaje de cinco días a Dubái de Alberto Belloch y un “selecto” séquito compuesto por treinta personas, incluidas algunas esposas y varios periodistas, en octubre de 2008, con motivo de preparar el proyecto de Expo Paisajes 2014. El ayuntamiento justificó en su día las correspondientes facturas de alcalde, concejales y periodistas, por un montante de 80.000 euros. Otra parte del gasto, la de los empresarios acompañantes, corrió a cargo de la Cámara de Comercio. Quedaba en el aire la factura presentada por el consejero municipal Jerónimo Blasco y la de sus dos rodrigones extraoficiales. Sin entrar en detalles sobre el global de la cantidad gastada, a día de hoy, finales de julio de 2010, todavía colea una factura de 26.000 euros. Sin duda, este desvergonzado consejero municipal tiró de chequera hasta aburrirse en la creencia de que los gastos derivados de su gira turística correrían a cargo de “maestro armero”. Esos tremendos expendios pendientes fueron presentados inicialmente a la sociedad Expoagua (sociedad residual de Expo 2008 que todavía tiene una deuda de 58 millones de euros de aquel evento con diversos proveedores) y posteriormente rechazados. Como pudieron, los responsables de Expoagua se “quitaron el muerto” de encima. El actual consejero de Cultura y Grandes Proyectos del Ayuntamiento y los dos técnicos citados (Francisco Javier Monclús, arquitecto, y Carlos Ávila, paisajista y trabajador de Expoagua) gastaron esa apreciable suma en cinco noches en el lujoso Hotel Grand Hyatty, a razón de 2.208 euros por persona (estancia y manutención) sin contar el importe de trenes y vuelos, cuya cifra se elevó 5.356 euros. La Cámara de Comercio adelantó el dinero de estos tres insensatos y, al parecer, nadie les ha abonado todavía la vieja factura. Al final será el Ayuntamiento de Zaragoza el que deba hacerse cargo de la misma. Estos “nuevos ricos” van de socialistas por la vida con el dinero de todos los zaragozanos. ¡Qué desvergüenza!

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