sábado, 14 de agosto de 2010

Falta vergüenza torera

Este verano parece como si se nos hiciera más largo. Me van a perdonar, pero al césar hay que darle lo que es suyo. Y hoy, excepcionalmente, creo que voy a estar de acuerdo con el nieto de Muñoz-Seca, en su artículo de La Razón. También con Ángel Expósito, responsable de ABC. El primero de ellos, en su artículo “¿Y los barcos?”, refiriéndose al desabastecimiento de la ciudad de Melilla, escribe: “Una nación seria no permitiría esta situación de abandono ni un solo día. Si hay que llenar el ‘ferry’ Málaga-Melilla de alimentos, se hace”. El segundo, en “El director responde”, en apenas seis líneas manifiesta: “Da igual que el Gobierno español haga de Don Tancredo o que el Rey llame por teléfono a Mohamed VI. Siempre hay detrás política interna marroquí (…) ¿de verdad las Fuerzas de Seguridad marroquíes pueden dar lecciones de derechos humanos a la Guardia Civil o la Policía española? (…) A perro flaco todo se le vuelven pulgas.” Manuel Martín Ferrand, en “Dos ministros volátiles”, dentro de las páginas de opinión de ese mismo diario, comenta: “Lo sorprendente es la escasa finura, abundante confusión y generalizada torpeza con que vienen actuando los gobiernos que se han sucedido al amparo de la Constitución del 78 en relación con nuestro vecino del Sur. (…) Franco ya no agoniza”. Mónica Ceberio, en El País, imprime algo que preocupa: “El silencio o el perfil bajo es una táctica deliberada del Ejecutivo para evitar adentrarse en una espiral de reproches que desemboque en una crisis. Lo era antes de que don Juan Carlos llamase, el miércoles, al rey Mohamed VI y lo sigue siendo ahora.” Hay otros comentarios en diversos medios más modestos. Desde Rufo Gamazo en El correo de Zamora, hasta José Cavero en Diario de Teruel. En mi opinión, tanto Moratinos como Pérez Rubalcaba deberían exponer algo coherente a los ciudadanos, aunque sólo fuera por vergüenza torera.

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