jueves, 30 de septiembre de 2010

El día después

Ya estamos todos manifestados. Ni Gobierno ni sindicatos han triunfado. Pero los incidentes de Barcelona cometidos, según El País, por “okupas, skinheads antifascistas, jóvenes de la izquierda independentista radical, estudiantes universitarios vinculados a movimientos sociales, personas con ganas de enfrentarse a los antidisturbios y ladrones que aprovechan la turba para saquear tiendas”, ajenos por completo al drama personal que viven más de cuatro millones y medio de ciudadanos, pone de manifiesto cómo anda el aceite de nuestro candil. El día después, o sea, hoy, hemos podido escuchar en la Cadena SER a María Teresa Fernández de la Vega y a Cándido Méndez comentando la jornada pasada. Para Méndez, “se tendría que recuperar el Pacto de Toledo”. La vicepresidenta se ha limitado a echar balones fuera: “estamos abiertos al diálogo y al acuerdo”. Es decir, más de lo mismo. Menos mal que ya se ha descubierto otro planeta habitable. Lo malo es que está a 20 años luz de la Tierra, en órbita de la estrella Gliese 581. Rajoy, por su parte, ha visto la pasada huelga como “un fracaso” de Gobierno y sindicatos y ha aprovechado para recordarnos la rebaja del 'rating' de España por la agencia de calificación Moody's. Tiene gracia Rajoy. Critica todo pero no da soluciones para nada. Ya no sé si está en política o en el rodaje de “Con faldas y a lo loco”, junto a Esperanza Aguirre en el papel de Marilyn Monroe y a Esteban Fernández Pons en el papel de Jack Lemmon. ¿Por qué digo esto? No sé, tal vez por haberse muerto hoy Tony Curtis. O por parecerme ambos, Rajoy y Fernández Pons, cantantes de una banda de jazz, disfrazados de Josephine y Daphne, ajenos a la realidad actual de España. Ninguno de ellos se me antoja como consuelo de aflicciones.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Onus probandi

Un viejo aforismo de Derecho expresa que "lo normal se presume, lo anormal se prueba". Y el “onus probandi” se manifiesta en el Derecho civil, en el tributario, en el penal, en el laboral y en el procesal. Ignacio Gil Lázaro, diputado del Partido Popular y contertuliano habitual de “El gato al agua” ha hecho unas declaraciones a un medio afín a su manera de pensar indignas de un representante político de los ciudadanos. El señor Gil señala que “el Gobierno tiene que acreditar que no negocia con los terroristas”. ¿Está seguro? Este diputado, licenciado en Derecho, todavía está en la creencia de que el acusado es el que debe probar su inocencia. Es, más o menos, como si yo denuncio en comisaría a un peatón que pasa por la calle por considerar que, por tener cara de “malo”, ha podido asaltar un banco. Que yo sepa, la carga de la prueba está en el denunciante, nunca en el denunciado. Su obsesión sobre el “caso Faisán”, (como sucede con la ofuscación machacante de Mayor Oreja con respecto a las negociaciones del Gobierno con ETA) le hace ver gigantes donde sólo existen molinos de viento: “Yo he dicho en el pleno, ante el señor ministro del Interior y el presidente del Gobierno, y reitero hoy que desde un punto de vista político, ellos dos son las X del Faisán”. El señor Gil manifiesta a renglón seguido que” en todo caso, el Faisán es probablemente la mayor traición cometida contra el Estado de derecho, el imperio de la ley, contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, contra las víctimas y contra toda la sociedad española”. Por muy aforado que sea la condición del señor Gil, no tiene ningún derecho a acusar sin pruebas a los miembros del Gobierno. El Fiscal General del Estado, a mi entender, debería actuar de oficio ante las recientes declaraciones de este diputado valenciano al medio propiedad de Julio Ariza Irigoyen. Por cierto, el 27 de febrero de este mismo año, en el programa en “La Mañana del fin de semana”, de la COPE, el señor Gil aseguraba tajante que los responsables políticos del chivatazo de ETA eran el presidente del Gobierno y el ministro del Interior. Meses más tarde, o sea, ahora, la mancha de la “sospecha” ya cubre a todo el Gobierno. Vamos, como sucede con las manchas de aceite, con los incendios forestales, o con el avance imparable del mejillón cebra.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Patxi López: puenteado y puteado

La entrega por parte del Gobierno de 472 millones de euros al PNV a cambio de la “ayuda” necesaria para aprobar los Presupuestos de 2011 pone de manifiesto, una vez más, la clara falta de respetos que Rodríguez Zapatero demuestra tener hacia los ciudadanos. Son los treinta denarios de plata que hay que pagar de peaje para mantenerse en La Moncloa. Al presidente sólo le interesa seguir en el poder, al precio que sea, al menos hasta los nuevos comicios de 2012. “Detrás de mí, el diluvio”, parece pensar. O sea, por un lado congela las pensiones a los ancianos; y por otro, detrae parte del sueldo a los funcionarios. Unos y otros deben sacrificarse en la pira en honor al moderno Jano. Y ahora pretende que sean veinte los años necesarios en el cómputo para poder cobrar la pensión. Este hombre es un auténtico irresponsable que ha perdido los papeles, la razón hasta la dignidad. Deberían incapacitarlo. Si se unen los 169 escaños del PSOE, más los 6 de PNV, más los de Coalición Canaria más los de Unión del Pueblo Navarro, ¡bingo! Está claro que todo el mundo tiene un precio. Por cierto, ¿qué papel juega aquí Patxi López? Le han puenteado y le han puteado. Ha terminado como el gallo de Morón. A mi entender no es conveniente jugar al póker con un tahúr. Siento vergüenza ajena.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Adiós al "Abuelo"

La reciente muerte de José Antonio Labordeta ha despertado el mecanismo del ramalazo provinciano en tierras aragonesas, como ya sucedió en febrero de 1911 con Joaquín Costa cuando, camino de Madrid, los zaragozanos sacaron el ataúd del furgón del ferrocarril para que su cadáver se quedase en Aragón. Los aragoneses siempre reaccionamos tarde ante las situaciones que nos superan. Ponemos el corazón por encima de la cabeza y nos arrebatamos cuando nos tocan lo que nos pertenece por entero. Todos sabíamos que Labordeta se encontraba enfermo de cuidado y Belloch, que no da puntada sin hilo, aprovechó el deceso del cantautor para mover los hilos necesarios para su supervivencia política. Curiosamente, sólo horas más tarde, ese mismo lunes, fallecía la que durante muchos años había sido su representante artística, Lola Olalla, esposa del periodista Plácido Serrano. Pero, ¿quién era Labordeta? Que yo sepa, un profesor de secundaria que luego fue cantautor y poeta y más tarde el hombre “utilizado” por un grupúsculo de la izquierda, Chunta Aragonesista, para poder conseguir mediante su tremendo gancho popular un escaño en el Congreso de los Diputados. Y lo logró durante dos legislaturas. Pero sobre José Antonio Labordeta siempre sobrevoló la sombra alargada de su hermano mayor, Miguel, fallecido en 1969, magnífico poeta y figura destacada dentro del llamado Grupo Niké, junto a Guillermo Gúdel, Luciano Gracia, Benedicto Lorenzo de Blancas, Julio Antonio Gómez, etcétera. Las obras completas de Miguel se publicaron en 1972 en la colección Fuendetodos de Ediciones Javalambre. Muchos españoles conocieron la figura de José Antonio por su espacio televisivo “Un país en la mochila” y por mandar “a la mierda” a toda la bancada del PP durante una de sus intervenciones en la tribuna del Congreso. El “fenómeno Labordeta” constituye en Aragón toda una leyenda. Reinó después de morir, como Inés de Castro. En el último año y medio recibió todos los parabienes institucionales: Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Zaragoza, Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, etcétera. Bueno, todos los parabienes exceptuando al Gobierno de Aragón, que sólo se dignó concederle la Medalla de Aragón a título póstumo cuando ya era evidente que su fallecimiento ocurrido sólo horas antes despertaba un interés multitudinario entre todas las capas sociales. Eso para mí no vale. Tampoco me vale que el rey Juan Carlos dijera que Labordeta era “un gran amigo”, y diré por qué. Ese mismo domingo, el Rey acudió a la Ciudad del Motor, en Alcañiz, al Gran Premio de Aragón del Campeonato de Motos. Pudo acudir a Zaragoza para visitar su capilla ardiente. No lo hizo. Algo parecido había sucedido antes con Miguel Delibes. Ahora le van a dar el nombre de José Antonio Labordeta al mayor parque de la ciudad. Se lo merece.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Cementerios de elefantes

En este país no hace falta que se apruebe ley alguna sobre la eutanasia. Con meter a un anciano en determinada residencia en la que ni se le echa en falta ni nadie conoce dónde está, el resto llega por añadidura. Lo acontecido en una residencia geriátrica de Ciempozuelos el pasado fin de semana es una prueba evidente de lo que aquí afirmo. Luis Miguel Aranda era el encargado habitual de llevar cada mañana a dos ancianos en sillas de ruedas hasta una residencia de día. Pero, por una distracción imperdonable, se marchó a su casa y dejó a aquellos ciudadanos impedidos dentro de la furgoneta hasta bien entrada la noche. Pero, como no regresaban a sus domicilios, las respectivas familias preguntaron y nadie sabía darles respuesta. En un momento dado, Luis Miguel Aranda, que así se llama el conductor, recordó que los había dejado olvidados en el interior del vehículo. Cuando fue a comprobarlo, ambos estaban muertos. Pero lo más surrealista, si cabe, es que la juez encargada del caso lo puso en libertad a las pocas horas, alegando que “en su primera declaración había reconocido los hechos, tiene arraigo en la zona y no hay riesgo de fuga”. O sea, que manzanas traigo. Queda claro que en España los ancianos sólo causan molestias, son un coste para la Seguridad Social y no producen riqueza. Servir, lo que se dice servir, sólo sirven para que echen el voto dentro de la urna cada cuatro años, si es que todavía viven para entonces. Los viajes del Imserso y esas zarandajas de carácter social están muy bien sobre el papel, pero la verdad es otra. En los “cementerios de elefantes”, eufemísticamente denominadas “residencias para la tercera edad” se paga mucho y se recibe poco. Y me consta que en algunas de ellas, regidas por religiosas, “ayudan” a los ancianos residentes a introducir el voto en el sobre cada vez que hay comicios para “evitar que se equivoquen”. Y votan, claro que votan. Pero, ¿a qué partido político? Dejo la respuesta en manos del lector, al que considero inteligente.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Apeados del aura

Hoy debería haber escrito sobre José Antonio Labordeta, mi paisano muerto de madrugada. Pero prefiero que lo hagan otros que le conocieron más de cerca y que, sin duda, lo harán con más acierto. Descanse en paz este hombre bueno. Estoy de acuerdo con Manuel Vicent cuando afirma hoy en las páginas de El País que “hubo un tiempo en que los libros de marxismo con todas sus variantes ocupaban la parte principal de la mesa de novedades. Alrededor de ella merodeaban jóvenes con trenca y capucha, morral de lona y patillas hasta media mejilla. Esos libros proponían una solución total a los problemas de la historia. Nada tenían que ver con los traumas personales que esos jóvenes llevaban a rastras. En vista del fracaso del marxismo, (…) la parte principal de la mesa de novedades fue derivando hacia el esoterismo. La ideología como solución planetaria fue sustituida por la astrología y los tarots, por viajes a Ganímedes y otros ritos tántricos para verse el aura”. Mi observación personal en calidad de sosegado peatón me permite ver hoy a otros chicos parecidos, vestidos de gris y negro, con botas raídas y un pequeño bolso en bandolera donde les cabe todo: un libro de bolsillo prestado la biblioteca de su barrio; un sobre de plástico con tabaco de liar; varios bolígrafos de propaganda; un bono de autobús a punto de caducar; un pequeño monedero de piel muy sobado; unas gafas de sol baratas; varios currículos dentro de un sobre; etcétera. Suelen ser poco habladores y siempre se colocan en los últimos asientos del autobús, donde permanecen con la mirada dispersa en el cristal de la ventanilla. Ya pasaron por la Universidad y siguen buscando trabajo. Se apean en un barrio que no es el suyo y colocan unos papelitos en las farolas donde ofrecen clases particulares por un módico precio. Si llueve, se tapan con una capucha, si escampa, se sientan en un banco público, o montan en bicicleta tratando de esquivar coches caros rellenos de horteras provincianos. Se murió el marxismo y leer esoterismo sólo apetece a altas horas de la madrugada. Mirarse al espejo produce espanto. Mejor dejar pasar la vida, liar un cigarrillo y clavar la mirada por la ventana de una alcoba llena de objetos inservibles y discos de rap hasta que el sueño lo enmarañe todo sobre la acera de enfrente, con el semáforo intermitente y un esplín de la noche morada que sirve de cobijo provisional al crápula sin viento favorable ceñido en el capuz de su merengue.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Burbuja hipócrita

Recuerdo que el boom inmobiliario de la época Aznar fue la causa de que europeos del este y sudamericanos llegara por tierra mar y aire a España como si aquí se encontrase El Dorado. La población en este país creció de pronto en más de cinco millones de habitantes. La hipócrita Derecha sabía que llegaba mano de obra barata sin ningún contrato de trabajo y sin ningún tipo de seguro. Los hospitales se colapsaron, la enseñanza en las escuelas públicas volvió a ocupar todas sus aulas pese al “rechazo” solapado de la mayoría de los centros educativos manejados por miembros de la Iglesia Católica. Los obreros cualificados españoles llevaban a sus hijos a esos centros de adoctrinamiento creyendo erróneamente que, entre curas, frailes y monjas, la educación resultaba más “selecta”. ¡Pobres ignorantes! En primer lugar, casi todos los centros escolares manejados por el clero estaban subvencionados por el Estado. En segundo, en la enseñanza pública era donde se encontraban los profesores que habían aprobado un duro concurso oposición. No importaba. Los hijos de aquellos obreros, digamos que cualificados por decir algo, no podían ni querían mezclarse con una “la tropa” proveniente de no sabemos dónde, en muchos casos en patera, y entre hijos de gitanos. Aquellos obreros con espíritu capitalista, casi todos autónomos o empresarios con uno o dos trabajadores a su cargo, que hoy compraban una casa y mañana la vendían con la consiguiente plusvalía, que facturaban por módulos, que la mitad de sus trabajos se cobraban en negro y que siempre llevaban el último modelo de automóvil de marca alemana, “bendecían” la llegada masiva de aquellos desheredados de la fortuna y ponían el ejemplo de los españoles cuando tuvieron que hacer la maleta y marchar a Europa. Y, en aquella “burbuja de la hipocresía” ( la COPE, la prensa de Pedro Jota, la Iglesia Católica, determinadas asociaciones fascistóides y toda esa “gente de bien” que todavía no se había desprendido del tufo de la dictadura franquista, que comulgaba por Pascua florida y que se la cogía con papel de fumar), se establecieron unas lindes de difícil manejo. En el fondo, lo que subyacía era un gran complejo de inferioridad por parte de esos miserables. Ahora, con la crisis económica, cuando se ha desinflado la burbuja inmobiliaria, cuando casi no facturan por tener medio ruinosos su negocios por falta de crédito, cuando se han dado cuenta de que el saber no ocupa lugar en ese mundillo escalonado donde no caben más idiotas con olor a naftalina y alcanfor, descubren que los inmigrantes sobran y que deben marcharse por donde han venido. Francia ha sido la primera nación que ha comenzado a facturar a gastos pagados a rumanos y albaneses hacia sus países de origen. Zetapé ha reconocido públicamente estar de acuerdo con la medida de Nicolás Sarkozy y la Comisión Europea mira para otro lado ante las protestas de Unión Romaní. Malas trazas lleva este delicado asunto.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El viaje a Melilla

Abbas el Fassi, que es el equivalente a Zetapé en el Reino de Marruecos, se ha enfadado como un antropoide con la visita a Melilla que tiene prevista para mañana Mariano Rajoy. El señor Abbas el Fassi se ha rebotado y ha tachando de “provocación” el hecho de que el gallego y su cuadrilla hagan el paseíllo en una plaza de Soberanía –que no de toros—sin la adecuada enfermería. Mariano Rajoy torea de salón en “un agridulce bosquejo entre caricatura y aguafuerte”, que diría Cela, otro gallego fetén que supo mojar los pinceles, o su pluma, allí donde le facilitaron cuartilla en blanco. Y en Melilla se encontrará mañana Rajoy y su séquito entre moros de la morería, españoles de todos los colores, clarines que devuelven el toro al corral y, también como decía Cela, “damas catequistas y sus nenes insurrectos”. En Rabat se espera con impaciencia la visita del Rey de España, para que hable con su primo Mohamed sobre cómo calmar la otra crisis, la crisis de nunca acabar. Pero esa visita tendrá que esperar. Rajoy que como María Cristina, nos quiere gobernar, irá mañana a ese pedazo de España en África. Me temo que no ha metido en su maleta ni bombachos ni casaca ni fez rojo ni un disco de Emilio el Moro para amenizar el viaje. Y con esa pinta desgarbada y ese color en la barba que no acompaña al pelo de su cabeza, hasta puede recibir insultos y desplantes. En otros tiempos hubiera producido un cierto golpe de efecto haber podido llevar bajo el brazo un ejemplar de “España de Tánger” al bajar de las escalerillas del avión, pero se nos murió Eduardo Haro Tecglen y también su periódico. A Tánger ya no acuden millonarios excéntricos ni espías de prestigio ni contrabandistas de armas. Pero a Melilla marcha mañana Rajoy dispuesto a recordar el Tratado de Wad-Ras de 1860, a saludar a la legión de votantes al PP y a pasear con Juan José Imbroda entre edificios modernistas. Abbas el Fassi ya cuenta con el permiso necesario para hacerse el haraquiri.

martes, 14 de septiembre de 2010

Entre el cielo y el infierno

Esto de volar ya no es lo que era. De hecho, según leo en ABC, “la aerolínea irlandesa Ryanair ha indicado que dejaría que los pasajeros vayan de pie durante los vuelos si la Autoridad de Aeronáutica de Irlanda lo permite”. O sea, que pronto se podrá ir por encima de las nubes con la alforja y la tortilla de patatas, permanecer sentado sobre la maleta, o sujetar el brazo en unas asas ancladas al techo, como en los autobuses urbanos. Hasta pudiera ser que echemos de menos la carbonilla de los trenes. De azafatas, nada. El servicio está muy caro. Y el piloto dejará el uniforme en un armario de su casa y pilotará el avión en camisa azul-mahón y con una gorra con la visera en la nuca, como los encofradores. El “low cost” ha conseguido que pronto puedan disponer los aviones de unos asientos llamados “Sky Rider”, que son como sillas de montar a caballo, separados del asiento de delante por 60 centímetros. Un tal Dominique Menoud, director general de Aviointeriors Group, ha hecho unas declaraciones a la prensa norteamericana señalando que “los vaqueros montan ocho horas diarias en su caballo y se sienten cómodos en la silla”. Lo malo de esta novedad es que se nos acabarán poniendo las piernas arqueadas en forma de paréntesis y llegará el gracioso de turno que nos cantará aquello de Imperio Argentina: “mi caballo murió/ mi alegría se fue”. Y hasta nos volveremos patizambos, como el niño del cuadro de José de Rivera, resentidos y con el ano pajarero, por la inadecuada postura durante el interminable vuelo. Pero lo más triste, si cabe, es que al subir al avión no nos saludará ningún miembro de la tripulación ni se nos deseará feliz viaje. Todo lo más, si es que alguien dice algo, será: “¡Dios le ampare, hermano!”. Y los sufridos pasajeros pondrán cara de gilí sin entender la razón de la paradójica sonrisa del sobrecargo, posiblemente tratando de disipar el espectro de la desconsideración. La crisis ha hecho que vivamos de precario. Aquí hemos pasado del coche de línea y del ferrobús que paraba en todas las estaciones al incómodo avión que nos transporta como arenques en tabal de madera. Ya no vemos ni el paisaje, que era gratis. No tardando mucho, al bautizar a los niños, en vez de agua bendita, les pondrá el cura un código de barras en la frente. Y por un poquito más de dinero a la curia, irán bautismo y confirmación codificados en la misma barra, como en el dos por uno de los supermercados. Las ofertas serán, eso sí, en temporada de invierno. Los tiempos cambian y la pela es la pela.

domingo, 12 de septiembre de 2010

¿Qué hacía allí una ministra?

Íñigo Urkullu ha dicho que “siente envidia sana por cómo Cataluña celebra la Diada”. Hombre, no sé. La envidia, uno de nuestros más acendrados pecados capitales según nos aclaró en un libro Fernando Díaz-Plaja, nunca es sana sino todo lo contrario. Gaspar Astete, el autor del famoso catecismo que aprendimos de carrerilla los niños de la posguerra (además de otras lindezas encauzadas a poder comprender aunque de forma tosca en qué consistían las frases “la revolución que España tiene pendiente…”, “por el Imperio hacia Dios”, “el laconismo militar de nuestro estilo”, etcétera), señalaba a la envidia como “un pesar del bien ajeno”. Por lo que se desprende de las declaraciones de Urkullu, éste prócer patrio, que ya dispone de Aberri Eguna, echa en falta tal vez determinados actos vergonzosos que se produjeron ayer, como la quema de una foto del Rey y de una bandera española. Servidor de ustedes, que se siente republicano, encuentra mal el hecho de pegarle fuego a la foto del Jefe del Estado y a la bandera rojigualda en el Fossar de les Moreres. Nos guste, o no nos guste, es lo que hay y es lo que está plasmado en la Constitución de 1968. Montilla, por otro lado, considera que “son incidentes menores” esos actos vandálicos. Curiosamente, los Mossos d’Esquadra no practicaron detenciones. Nota curiosa: entre los invitado al acto de homenaje floral ante el monumento a Rafael Casanova estaba presente Carme Chacón. Lo que no acabo de entender es cómo no abandonó el acto de forma inmediata tras escuchar los gorigoris trasnochados del cantautor Xavier Ribalta. Que yo sepa, Chacón, además de catalana, es ministra de Defensa en el Gobierno de España. Pongamos un ejemplo práctico: yo jamás iría de tascas con un tipo que insultase a mi familia. No sé si me explico. No sé si me entienden.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Huelga general, ¿contra quién?

A Belén Esteban le ha salido un competidor en la tele: Chiquilicuatre. Ha sido una idea de UGT para anunciarnos que el próximo día 29 habrá una huelga general, pero ¿contra quién? ¿Contra el Gobierno? ¿Contra la Derecha? ¿Contra los empresarios? ¿Contra los prestamistas? Eso no termina de aclararlo Candido Méndez en su anuncio televisivo. O al menos yo así lo entiendo. De cualquier manera, sacar en la pantalla de la televisión en momentos de máxima audiencia a ese personajillo llamado Rodolfo Chiquilicuatre me produce un cierto sarpullido. Ya lo llevaron los del “comité de expertos” a la edición del festival de Eurovisión de 2008 para que diese la nota “perreando” a todos los televidentes con su “Chiki chiki”, y lo lograron. Quiero decir que lograron hacer el ridículo más espantoso. David Fernández Ortiz, que tal es su verdadero nombre, ahora se ha prestado a calentar las movilizaciones laborales por cuenta ajena. Si la reforma laboral que propone el Gobierno “es la más agresiva de la historia”, no entiendo cómo los líderes sindicales han permanecido tanto tiempo en el silencio de los corderos. Tampoco vislumbro cómo, cuando a los funcionarios se les ha rebajado el sueldo y a los jubilados se les ha congelado, esos sindicatos no cargan contra los responsables de esas drásticas medidas, o sea, el equipo de Zetapé. Esta huelga general articulada por unos liberados que actúan como unos funcionarios bis, y que sí han recibido dinero abundante del bolsillo del contribuyente durante el presente año, casi coincide con el anuncio de Cristina Garmendia de dejar el Ministerio de Ciencia e Innovación, uno de los departamentos más castigados por los recortes de presupuesto. En España se invierte poco, más bien casi nada, en I+D+i. Zetapé, que nada contra corriente de forma torpe, todavía no se ha enterado de que hemos cambiado de siglo y de que se está poniendo fin a un ciclo económico: el del trabajo en cadena, hacia cuyos trabajadores (que ya no son famélica legión) los sindicatos dirigen la próxima huelga de forma incomprensible. Craso error. Garmendia quiere marcharse a la empresa privada, donde ganaba diez veces más. Le alabo el gusto. Lo de Trinidad Jiménez en Madrid, y lo de Celestino Corbacho en Cataluña, es harina de otro costal. Ambos pretenden meterse dentro de la crisálida y permanecer agazapados en su interior hasta que pase el naufragio, e intentar brotar de sus cenizas como el ave Fénix. La sanidad transferida a las Comunidades Autónomas se ha degradado por falta de recursos y exceso de extranjeros; y trabajo no hay para nadie. Ante semejante avería en las tripas del Estado, las ratas son las primeras en abandonar el barco.

martes, 7 de septiembre de 2010

La tiara, la cofia y la visera

Se comenta en círculos generalmente bien informados (como acostumbraba a señalar el ABC de los Luca de Tena cada vez que quería tirar la piedra y esconder la mano) que Alonso Guerrero, el primer marido de Letizia Ortiz, escribió en su día un libro que misteriosamente nunca vio la luz. Ya veremos qué sucede ahora con Isidre Cunill y su trabajo “Una republicana en la corte de Juan Carlos I”. Esperar para ver. Lo que sí sabemos son las últimas declaraciones de Letizia Ortiz a la prensa en Palma de Mallorca: “Estoy muy contenta con mi nuevo trabajo”. Hombre, no mata, la verdad. No es lo mismo llevar una cofia almidonada para servir, al estilo de las que acarreaba en las películas Gracita Morales, que recibir de regalo una cofia con pedrería valorada en más de 50.000 euros. Por cierto, yo nunca he entendido la razón por la que una cofia en la cabeza de una reina, o de una princesa, se llama tiara. La tiara, según el diccionario de la RAE es “una mitra alta con tres coronas de origen bizantino y persa que representa el símbolo del papado. Consiste en un birrete cónico o semiovoideo rodeado de tres coronas y del cual penden dos cintas similares a las ínfulas de la mitra”. El regalo del príncipe a su consorte, por lo tanto, es una cofia; como cofia era la de Victoria Eugenia de Habsburgo lucida por la reina Sofía el día de su boda en Atenas. Deberíamos acostumbrarnos a llamar al pan, pan; y al vino, vino; y dejarnos de eufemismos pijos. Una gorra de visera es la que yo utilizo cuando voy a pescar al Ebro, y una gorra de visera es, también, la que utiliza un capitán de fragata cuando, en alta mar y a falta de guerras y de enemigos a la vista, se asoma a cubierta para recitar eso de “Asia a un lado, al otro Europa, / y allá a su frente Estambul: /Navega, velero mío...” etcétera. Espero que haya quedado claro. Una visera es una visera, una cofia es una cofia y una mitra es la que se pone en la cabeza el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, cuando se pone trascendente y dice que “hay que tener las antenas bien puestas para entender a Dios” y demás lindezas para asustar a sietemesinos con fimosis y adoctrinar a familias de clase media de cortos recursos.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Antenas arzobispales

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, no está de acuerdo con la afirmación de Stephen Hawking en lo que respecta al Universo y a la idea de Dios. Y ha señalado que "basta tener las antenas bien puestas y la cobertura suficiente para entender que Dios está, emite, tiene algo que decirnos, mucho en lo que acompañarnos, y con su acostumbrada discreción él está presente". Eso queda muy bien. Lo que pasa es que debería demostrarlo y dejarse de frases-papilla. Don Stephen, desde luego, no es de los que pertenecen a la “adoración nocturna” ni, que yo sepa, es cursillista de cristiandad ni cofrade ni terciario franciscano. Tiene sabiduría por arrobas pero carece de esa fe que, según cuentan, hace mover montañas y, según callan, produce corrimientos de tierras en Guatemala. Y ambos, tanto el tipo de la barba, el báculo, la mitra, el anillo, el pectoral y el solideo (que produce en los mortales la sensación de que vive del cuento); como el hombre que derrama sabiduría de la fetén por todos los poros de su cuerpo, que permanece postrado en silla de ruedas por culpa de una esclerosis lateral amiotrófica (que sabemos a ciencia cierta que vive de su trabajo de investigación); son opuestos como los polos de un imán. Así, el clérigo de la barba tupida y de las antenas sobre su colodrillo, mantiene que "no creer en Dios o afirmar que no existe, cuesta creerlo"; mientras que el señor Hawking, más modesto, sólo indica que no ha visto la presencia de Dios en la configuración inicial de nuestro Universo. A cualquier ciudadano que haya leído la vida de Galileo Galilei, le trae al pairo que la Iglesia Católica haya pedido perdón por su soberbia a lo largo del siglo XX.. El enfrentamiento de Galileo con la Iglesia Católica suele tomarse como el mejor ejemplo de conflicto entre la autoridad de su tiempo y la libertad de pensamiento. Por fortuna, a Hawking no habrá que rehabilitarlo tras un acto de contrición, una serena confesión y la receta de una posterior penitencia. A Jesús Sanz, en cambio, sería conveniente que le colocasen una antena parabólica a modo de teja, o de bonete, para que supiera cómo y en qué frecuencia emite Dios y de qué manera deben leerse los renglones torcidos. Así podría quitarse el amargor que le produce todo lo concerniente a la Ciencia.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Tomando café

Me entero, y así lo cuenta hoy Heraldo de Aragón, de que “el 80% del uso de internet en la Diputación Provincial de Zaragoza es lúdico o particular”. ¡Qué vergüenza! Yo siempre entendí que las diputaciones provinciales habían perdido todo su sentido desde el mismo momento de la vertebración del Estado en diecisiete comunidades autónomas, por un motivo claro: se producía una innecesaria duplicidad de servicios. Ya no es imperiosa la existencia territorial de los “ayuntamientos de ayuntamientos”, de la misma manera que considero un claro error, muy costoso por cierto, la reciente partición del territorio en Comarcas políticas, tan “útiles” según el vicepresidente de la DGA, José Ángel Biel. En efecto, tienen la misma utilidad pública que tiene él, es decir, ninguna. A mi entender, Biel es una absoluta nulidad, aunque necesaria para Marcelino Iglesias. Sin la ayuda de la bisagra del PAR, el PSOE llevaría mucho tiempo en la oposición. Pero a lo que iba. Con la puesta en servicio del Plan de Comarcalización, con esas “agencias rurales” en cada cabecera de comarca se han duplicado servicios; se ha dotado a esos “funcionarios sin oposición” de sueldo y coche, han servido para controlar mediante “políticos de la cuerda” los puntos estratégicos y, lo peor de todo, se han producido agravios comparativos de libro en cada uno de los pequeños municipios en función del partido político que lo gobierna. Además de todo ello, ya de por sí grave, coadyuva a que la DGA se “quite el muerto de encima” cada vez que les interesa. Así, el “venga usted mañana” de Larra se resuelve con el “acuda a su oficina comarcal”. En Aragón todo es posible. Puedes toparte con funcionarios de la Confederación Hidrográfica del Ebro comprando en el Corte Inglés de la calle de Sagasta sin ninguna prisa a las once de la mañana; a burócratas de la Tesorería General de la Seguridad Social metidos más tiempo del necesario en el bar de enfrente, o fumando en la puerta de entrada, o dejándose enchufado el aire acondicionado de las oficinas toda la noche, o comprobar cómo hay oficinistas que fichan y seguidamente se marchan a hacer menesteres particulares; puedes comprobar de igual manera de qué modo se gastan los fondos públicos de la Institución Fernando el Católico (dependiente de la DPZ) en libros lujosos con ediciones muy cortas que rara vez llegan al ciudadano; cómo la Policía Local brilla por su ausencia en parques, jardines y calles cuando más se necesita, poniendo sólo un celo excesivo en su afán recaudatorio con las multas de tráfico; cómo los chóferes de los coches de médicos de urgencia de la Seguridad Social nunca apagan los motores por más que tarde el médico en regresar de una visita a domicilio; o cómo se gastan las Cámaras de Comercio el dinero “exigido” por ley a las pymes. El “venga usted mañana” de Mariano José de Larra sigue vigente todavía. Acudes a un mostrador oficial y descubres que, en demasiadas ocasiones, ningún otro compañero suple al otro que es ha marchado “un momento” a tomar café. Vuelves una hora más tarde y compruebas con estupor de ciudadano sufriente, es decir, tú, yo y todos los que sólo tenemos derecho al pataleo, que el tipo encargado de atenderte todavía no se ha reintegrado a su puesto; etcétera. Seguir describiendo esa falta de respeto de quienes disparan con “pólvora del rey”, o sea, de aquellos que cobran del contribuyente, sería arduo y dificultoso. No se puede hacer nada. Entre ellos se cubren hasta la grosería. El “hoy por ti, mañana por mí”, forma parte de su código de conducta. La solución tal vez consistiría en poner un delegado del Gobierno en cada oficina, eso sí, con sueldo y coche oficial. Tendríamos dónde y a quién dirigirnos a la hora de quejarnos de las deficiencias del servicio. Claro, la incógnita estaría en saber si éste nuevo “comisario político” nos recibiría en su flamante despacho, o si ello no sería posible por encontrarse ausente tomando café.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Aznar, ¿Rex Iudaeorum?

¿Qué pinta Aznar en el Congreso Mundial Judio? Este hombre, que está presente en todas las salsas, en un arrebato de delirio de grandeza que podría servir de estudio en un seminario de psiquiatras, se permite criticar al presidente Obama. Y sin despeinarse, señala que “debería estar ocupado en evitar que régimen iraní construya su bomba”. A ver si lo entiendo sin la ayuda de Carlos Castilla del Pino, que ya se ha muerto. Lo que Aznar desea contar al mundo es que, según creo entender, Obama debería declarar la guerra a Irán y arrasar su suelo en busca de la bomba, como hizo su compadre Manuel Fraga en Palomares. Este osado ex presidente del Gobierno de España, sin tener mejor cosa que hacer con su vida, se permite desde Israel lanzar el mensaje de este tenor: “de la Casa Blanca emana una crisis de confianza, lo que podría causarnos a todos grandes problemas”. Y se ha quedado tan fresco. Que yo sepa, el que pudo causar en su día grandes problemas al mundo fue él, tras su reunión en las Azores. El broche de oro lo pone un poco más adelante en su discurso “salvador”. Manifiesta, como el que pide en taquilla unas entradas para el cine, que "defender el Estado de Israel es defender nuestro sistema liberal". ¡Quieto parao! ¿A que sistema liberal se refiere Aznar? ¿Acaso al primer liberalismo, donde se engloban las ideas políticas formuladas durante los siglos XVII y XVIII, contrarias al poder absoluto del Estado y su intervención en asuntos civiles? ¿O se refiere al conservadurismo liberal y a la teoría económica iniciada por Adam Smith? Sabido es por todos que, tanto Aznar, como su corifeo de barones entusiastas, apuestan hoy (como en su día apostaron sus abuelos y el puñado de burgueses que aplaudieron con las orejas el triunfo de Franco) por el libre mercado capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico del país. Se vio claro su estilo presidencialista durante su etapa de gobierno, cuando los temas de empleo, de enseñanza, de sanidad y de política social se los pasó por el arco del triunfo. (Todavía recuerdo una visita a Zaragoza de la ministra Celia Villalobos cuando, en el interior del hospital “Miguel Server”, entendió como “algo normal” que los enfermos estuviesen masificados en camas cruzadas por los pasillos, entre corrientes de aire y montones de sábanas sucias). También, decía, cuando quedó demostrado que, tanto su “vivo interés” por meter a España de lleno en la guerra de Iraq, como por llevar a cabo el trasvase del Ebro de forma urgente, se debían a intereses bastardos que requerirían un mayor esfuerzo de análisis.