domingo, 12 de septiembre de 2010

¿Qué hacía allí una ministra?

Íñigo Urkullu ha dicho que “siente envidia sana por cómo Cataluña celebra la Diada”. Hombre, no sé. La envidia, uno de nuestros más acendrados pecados capitales según nos aclaró en un libro Fernando Díaz-Plaja, nunca es sana sino todo lo contrario. Gaspar Astete, el autor del famoso catecismo que aprendimos de carrerilla los niños de la posguerra (además de otras lindezas encauzadas a poder comprender aunque de forma tosca en qué consistían las frases “la revolución que España tiene pendiente…”, “por el Imperio hacia Dios”, “el laconismo militar de nuestro estilo”, etcétera), señalaba a la envidia como “un pesar del bien ajeno”. Por lo que se desprende de las declaraciones de Urkullu, éste prócer patrio, que ya dispone de Aberri Eguna, echa en falta tal vez determinados actos vergonzosos que se produjeron ayer, como la quema de una foto del Rey y de una bandera española. Servidor de ustedes, que se siente republicano, encuentra mal el hecho de pegarle fuego a la foto del Jefe del Estado y a la bandera rojigualda en el Fossar de les Moreres. Nos guste, o no nos guste, es lo que hay y es lo que está plasmado en la Constitución de 1968. Montilla, por otro lado, considera que “son incidentes menores” esos actos vandálicos. Curiosamente, los Mossos d’Esquadra no practicaron detenciones. Nota curiosa: entre los invitado al acto de homenaje floral ante el monumento a Rafael Casanova estaba presente Carme Chacón. Lo que no acabo de entender es cómo no abandonó el acto de forma inmediata tras escuchar los gorigoris trasnochados del cantautor Xavier Ribalta. Que yo sepa, Chacón, además de catalana, es ministra de Defensa en el Gobierno de España. Pongamos un ejemplo práctico: yo jamás iría de tascas con un tipo que insultase a mi familia. No sé si me explico. No sé si me entienden.

1 comentario:

Anónimo dijo...

N.del A.
Quise decir Constitucio de 1978