domingo, 14 de noviembre de 2010

La "Marcha Azul"

La marcha kilométrica avanzaba a paso rápido por la carretera de La Coruña. “Debe tratarse de una nueva Marcha Verde”, comentaban unos pastores que veían asombrados la escena desde un otero. Un turista, armado de una rudimentaria cámara de fuelle, apeaba su viejo cacharro en una cuneta seguramente llena de esqueletos e intentaba plasmar el instante. Era lo más parecido a aquel soñador de Monte Palomar que dijo haber fotografiado la modesta tapadera de un congelador de botellas, la famosa tapadera de Adamski, fallecido el 23 de abril de 1965 de un ataque al corazón, convencido hasta su muerte de haber fotografiado un platillo volante. No, mejor aún, sería probablemente un jubilado que había salido con su pequeño utilitario a tomar el aire de la sierra de Gredos. Definitivamente no se trataba del rodaje de una película sobre la “Marcha Verde”. Lo de ahora parecía más bien una “Marcha Azul”. Seguía avanzando con paso firme y culebreo de banderas. El turista, algo asustado, recordó una Declaración de Principios, aquella de “En Madrid a 14 de noviembre de 1975, y reunidas las delegaciones que legítimamente representan a los Gobiernos de España, Marruecos y Mauritania, se manifiestan de acuerdo en orden a los siguientes principios, bla,bla,bla…firmado, Carlos Arias, Ahmed Osman, Hamdi Mouknass”. El turista se tomó la pastilla de la tensión que había olvidado tragar en el desayuno y siguió haciendo fotos, ahora a un halcón peregrino que revoloteaba sobre el azul-mahón cielo de Cuelgamuros. El cadáver de Luis García Berlanga continuaba expuesto en la Academia de Cine de Madrid, el suplemento XL Semanal ofrecía su última entrevista, concedida sólo tres días antes, y un agujero en tierra le esperaba en Pozuelo de Alarcón. La edición digital del diario ABC daba esa radiante mañana de domingo una noticia que nos dejaba a todos algo menos inquietos: “Miles de personas han acudido hoy en masa al Valle de los Caídos para asistir a la misa de los benedictinos prohibida por el Gobierno «por seguridad». Tantas se han desplazado hasta El Escorial, que han provocado atascos de unos diez kilómetros y Patrimonio se ha visto obligado a permitir la entrada al valle. Los monjes han contabilizado unos 2.000 vehículos”. Una vez más, el Gobierno había claudicado ante una marcha pedestre, en este caso la “Marcha Azul” de los nostálgicos de la caverna hacia el Valle de los Caídos. De haber vivido hoy García Berlanga, y de haber escrito él este modesto artículo, tal vez hubiese pasado a otro escenario tras un punto y aparte y hubiera comenzado en otro ámbito, en otro tiempo y de otra manera. Por ejemplo, que ya es hablar por no callar, como lo hizo “Cambio 16” un 8 de diciembre de 1975: “A esa hora, un camarero de Perico Chicote, que es el encargado del bar de las Cortes, interrumpía la reunión para servir un café cortado a Antonio María de Oriol y Urquijo, un whisky para Girón, otro whisky con soda para Iñigo Oriol…y patatas fritas, chorizo y tortilla de patata para todos”.

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