sábado, 11 de diciembre de 2010

La subdelegada es culpable

Delfín Rodríguez, comentarista en El Correo de Zamora, tiene su gracia. Está muy alarmado por la cantidad de robos que se producen en esa provincia ante la aparente indiferencia de la subdelegada del Gobierno. El señor Rodríguez hace referencia a los “ladrones de uña negra”, esos amigos de lo ajeno de poca monta. Según cuenta, “Los que desvalijaron los cepillos y veladoras de la iglesia del barrio de San Isidro, en Benavente, son unos cafres. Rompieron una vidriera para acceder al templo. Con lo fácil que hubiera sido asistir a misa y luego, acabado el oficio, esconderse en un confesionario para realizar la sustracción sin daño alguno. Al día siguiente podían haber confesado, recibir la absolución, salir de la misma forma y aquí paz y en el cielo gloria”. Tiene razón. Lo que no dice don Delfín es que para que les sean perdonados los “pecados” es “conditio sine qua non” devolver lo robado. En otra referencia, don Delfín expone a los lectores el nefando pecado que supone la codicia de los bienes ajenos de una señora en el interior de un supermercado: “Días pasados, en una gran superficie zamorana, sorprendieron a una mujer de buen ver y buen vestir con un cargamento de latas de bonito. No quiero decir que las feas sean más ladronas, sino que iba arreglada como una señora que no pasa penuria alguna. Pues bien, en su descargo alegó que el hambre acuciaba a sus hijos”. Y para redondear su argumentación, don Delfín pone la guinda de color a su pastel literario: “Comprendo a la ladrona, pero tampoco es que fuera una ladrona de estricta necesidad. Si lo hubiera sido, hubiera cogido del estante caballa o sardinas para no resultar onerosa al centro y poder volver a robar otro día con la garantía de que sería bien vista. Pero así, no. Los del centro pensarán que es una ladrona demasiado exquisita como para hacer la vista gorda”. Estoy de acuerdo con don Delfín. Preferir latas de bonito del Norte a latas de caballa de la parte de Marruecos es de gustos refinados, conque el pecado es mucho más mortal y merecedor de mayores penas en el infierno. Se puede ser ladrón, pero no ladrón con gustos refinados y de paladares exquisitos. A menos que el ladrón lo sea de guante blanco, o de “uña blanca”. Entonces la cosa cambia. Queda claro que la subdelegada del Gobierno debe dimitir de inmediato, por el bien de Zamora y por la honra de la estatua de Viriato.

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