lunes, 3 de enero de 2011

El deseo de Leire Pajín


Ayer comenzaba aplicarse en España la Ley Antitabaco para todos los lugares cerrados y algunos abiertos. Nada que objetar. De ahora en adelante el que quiera fumar deberá salir a la acera de la Rue del Percebe. Lo que ya no comprendo es que la ministra Pajín invite a que el ciudadano corriente denuncie su incumplimiento sobre lo que ella denomina como “pautas de comportamiento cívico”. Eso me recuerda lo sucedido en la Alemania nazi, o los chivatazos en todos los pueblos de España durante la Guerra Civil y los años que le sucedieron. Me contaron que en determinado pueblo de Zaragoza bastaba con el chivatazo de un meapilas al cura ecónomo para que éste ordenara a los falangistas, que aparecían con un camión todos los jueves, que se llevasen de “paseo” a aquellos que señalaba con el dedo inquisidor. En una ocasión, a uno de aquellos chivatos de mierda le extrañó que a Fulano no le hubieran montado ese jueves en el camión, como “habría sido lo más prudente”. El cura, sin inmutarse, se le quedó mirando y le dijo: “A ese rojo lo dejaremos para la siguiente ronda”. Pues bien, sólo faltaría que en la España actual comenzáramos a denunciarnos unos a otros por un quítame allá esas pajas. Se empieza denunciando a la autoridad que la abuela fuma y se termina a hostia limpia. La ministra Pajín lo que desea es disponer de unos ciudadanos “acusicas” para poder castigar al infractor con una multa de campeonato. Como hacían los maestros cuando se marchaban de clase cinco minutos y ponía en la tarima a un “pelotas” para que apuntase en la pizarra qué educando había hablado, o había lanzado un cartabón contra el de la primera fila durante su ausencia. Siempre había algún mequetrefe que se ofrecía voluntario para acusar al compañero de pupitre. Mal empezamos con la invitación de la ministra Pajín. Ya puestos, que vuelva Torquemada.

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