lunes, 28 de marzo de 2011

Catálogo de buenas maneras


La Asociación de Vecinos del Arrabal, en Zaragoza, desea sensibilizar las buenas prácticas de convivencia ciudadana en el barrio. Para ello, el servicio de mediación social del Casco Histórico desarrolla una serie de módulos informativos para interceder en la resolución de conflictos comunes. Cualquier ciudadano que lea ese panfleto que edita el Ayuntamiento que preside Belloch con la cabecera de Crónica, estará en su derecho de pensar que el barrio en cuestión es lo más semejante a aquella decimonónica e ingobernable casa de Tócame Roque. Pues bien, según el presidente de la Asociación, Rafael Tejedor, “la primera sesión fue satisfactoria, y se formó un grupo homogéneo de una docena de personas”. Supongo que el presidente se referirá, sin duda, a ese homogéneo grupo de energúmenos que cada noche, por aquello de que ya no se puede fumar en los bares, sale a la puerta del local que existe puerta con puerta con la Asociación para echar humo, levantar la voz con una auténtica falta de respeto y no dejar descansar a los vecinos. Pero no debemos caer en la desesperanza. El curso, según consta en el viciado panfleto donde los socialistas municipales señalan las “mejoras” logradas con su esfuerzo y dedicación hacia el barrio, consta de cuatro sesiones y son gratuitas. En ese noviciado sobre las buenas maneras, según apunta Crónica, “los vecinos de Arrabal están aprendiendo no sólo las buenas prácticas para la convivencia, sino también sobre cómo cuidar lar relaciones en las comunidades de vecinos y en el bienestar personal, además de cómo mejorar los hábitos en el interior de las viviendas para ser más silenciosos y no alimentar los conflictos motivados por el ruido y la salud”. A este paso, sin tardar, Rafael Tejedor llamará a los timbres de los domicilios, como esos “aleluyas” que aparecen en la puerta de casa cuando menos te lo esperas para preguntarte si lees la Biblia, para ofrecerte a un módico precio una edición facsímil traducida del francés al castellano del librito “El hombre fino”, por don Mariano de Rementería y Fica, aumentada en su tercera edición con las reglas de educación y decoro para las señoras (Imprenta del Colegio de Sordomudos, Madrid, 1837), que hizo furor entre los niños-pera de la primera mitad del s. XIX. Así, cuando lleguen las visitas, podremos mantener conversaciones de este tenor:
--Hoy ha hecho un tiempo primoroso.
--Sí señor. No obstante el cielo está un poco cubierto. Puede ser que llueva esta noche y bastante.
Mas tarde podrían impartirse en la Asociación que preside Tejedor clases de piano, arpa o vihuela, para aliviar la soledad; enseñar a hacer el nudo de corbata a la Gron a la negligé, o sea, bajo el batín; saber entablar conversaciones en tono amable y ligero, aprender a trinchar en la mesa cuadrúpedos, aves y peces; y, en suma, instruirse en caminar por las diversas sendas de la cultura. Como se canta en “La verbena de la Paloma”, hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad.
--¡Julián!
--¡Señá Rita!
--¿Qué tienes?
--¡Yo ná!

1 comentario:

David dijo...

Creo que mientras sea para ayudar y concientizar a las personas sobre normas básicas de convivencia, todo suma. Por eso mismo que creo que todas las personas con domicilios en cualquier ciudad, deben colaborar para la higiene de su ciudad