lunes, 16 de mayo de 2011

Todo a punto


A cada cartero de España que se preste a ello se le hace entrega de 6 céntimos de euro por cada carta de propaganda electoral que inserte en los buzones de los domicilios particulares, o sea, 9,98 antiguas pesetas. ¿Quién paga tal dispendio? Por supuesto, los españoles. Mientras, “González y Aznar -como cuenta El País en su edición de hoy-, reunidos ayer en el Ayuntamiento de Madrid para recibir la medalla de oro de la capital, escenificaron su visión diferente de España”. Mal fecha la de hoy, 16 de mayo, para el recuerdo. Dicen que no hay quinto malo. Que se lo cuenten a Joselito Gómez con aquel toro de Ortega. El quinto. Sí, sí hay quinto malo. Bailador, negro, pequeño, con poder y burriciego. Ojo con los burriciegos, que por las plazas de toros se asoman ahora los líderes de todos los pelajes pidiendo el voto para su partido, algunos a la desesperada, como esos rezos que la madre asustada pide al santo de su devoción para que cure la tos ferina de su niño pequeño. Si se cura, la madre promete entregar un ex voto. Si les damos el voto a los políticos, éstos nos ofrecen puente donde no hay río y el ex voto se traduce luego en ese “ahí te quiero ver, morena”, que de lo dicho, nada de nada. Aquí ya no se conforman los aspirantes a conseguir ayuntamientos, sino que intentan cambiar el rumbo político de las comunidades autónomas. Castilla-La Mancha y Andalucía casi están en el bote de Cospedal y de Arenas; Asturias, depende de la sombra de Álvarez Cascos, que es alargada. Aragón parece que se salva, si el PSOE se ayuda en su S.O.S de la CHA e IU, para hacer un pan como unas hostias con un tripartito, o de la bisagra de costumbre si saca los votos suficientes; quiero decir, de esa charnela del PAR que “funciona” de aquellas maneras desde que José Ángel Biel se agarró a su silloncito oficial hace “tropecientos” años con parecida fuerza a la del mejillón-cebra en las paredes de la presa de Mequinenza. En Castilla-León, más de lo mismo. En Cantabria podrá seguir Revilla de presidente, como exigencia necesaria para que pueda gobernar el PSOE. Etcétera. Todo un revoltillo de amenidades. De lo que no hay duda es que la propaganda electoral, esa de la que el cartero se lleva 6 céntimos de euro, la mando directamente a la papelera. Esos céntimos habría que dárselos, supongo, al ciudadano que sufre el envío de tanto papel inútil en el buzón de su casa. Las promesas de los políticos en época de campaña es lo más parecido a esas promesas que el marinero hace a su amor de cada puerto.

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