sábado, 24 de septiembre de 2011

Ángeles Pedraza


Ángeles Pedraza, presidenta de AVT, desea que los presos de ETA se “pudran” en la cárcel. Al hablar en nombre de esa Asociación, Pedraza es rotunda señalando que “sólo valorará el comunicado –refiriéndose a ETA- en el que asuman la derrota, entreguen las armas, desmantelen los comandos y reconozcan el daño causado cumpliendo sus penas”. Hasta ahí, comparto su valoración. Un poco más adelante, en su reciente entrevista a Servimedia, indica que “el reciente Acuerdo de Guernica sólo es un chantaje al Gobierno”. Eso está por ver. El Gobierno, a mi entender, nunca puede ser chantajeado por una banda de delincuentes. Para ello cuenta con mecanismos legales necesarios para evitar ese chantaje. Por otro lado, comprendo el dolor de la señora Pedraza causado por el atentado madrileño en los trenes de cercanías del 11 de marzo de 2004, en el que murió su hija Miriam. Pero aquel atentado no fue obra de ETA. Sabido es que cualquier español sufriría idéntico dolor al de la señora Pedraza en un caso semejante. Pero pongamos las cosas en su sitio. Ángeles Pedraza sólo puede desear, como mucho, que los delincuentes cumplan su condena de forma íntegra. La señora Pedraza, que expande su incontenible odio hacia los terroristas miembros de ETA, esos tipos sin entrañas sobre los que José María Aznar dijo que formaban parte de un “Movimiento Vasco de Liberación Nacional”, deberá conformarse con saber que tendrán que permanecer en la cárcel por sentencia firme el tiempo establecido por los Tribunales, salvo que cambie las leyes el Legislativo, o que se produzcan indultos selectivos por el Consejo de Ministros. Punto pelota. La señora Pedraza también debería conocer a estas alturas del siglo XXI que los auténticos autores de las explosiones en aquellos trenes, en los que por desgracia falleció su hija Miriam, fueron miembros de Al Qaeda, por más que determinada prensa infumable y que el último Gobierno de Aznar, ya con las horas contadas y al filo del triunfo de Rodríguez Zapatero, pretendiera sin éxito hacernos opinar cosa diferente. Por último, en un intento, no sé si vano, para que la señora Pedraza pueda llegar a entender qué sucedió realmente aquel triste día de primavera, le recomendaría la lectura del libro “No destruirán nuestra libertad”, de Javier Gómez Bermúdez (Ediciones Temas de Hoy. Planeta. 2010). Como se aclara en su prólogo, “El terrorismo es un crimen, un delito”. Pero los delincuentes también tienen derecho a ser ciudadanos libres de culpa una vez consumada su condena. El verbo pudrir hace referencia a la descomposición de la materia orgánica, pero también, en otra acepción, a consumirse de tristeza y abandono en un determinado lugar o circunstancia. Personalmente, prefiero la redención de las culpas conforme a Derecho. El “pudridero”, señora mía, se encuentra en El Escorial y es el lugar por el que deben pasar los monarcas fallecidos por espacio de 25 años para que se resequen y pierdan el mal olor, antes de ser trasladados definitivamente al Panteón de Reyes y puedan ser contemplados por los turistas que han pagado su entrada.

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