domingo, 16 de octubre de 2011

Aprender de Chany


Estoy un poco asustado. El hecho de que el asnal zamorano-leonés, el vacuno alistano-sanabrés y sayagués y el ovino de castellana negra están al borde del precipicio, me estremece y me angustia. Hay que ver cómo está el ganado por estos pagos. Claro, los zamoranos se han pasado la vida tirando cabras vivas desde las torres de las iglesias y los vallisoletanos matando a los toros a lanzadas y ahora se angustian cuando están al borde de la extinción determinadas especies. Según Chany Sebastián, al que leo día tras día y semana tras semana en “La opinión de Zamora”, en un intento de aprender algo sobre lo que acontece en esas tierras de pan y vino, el problema va más allá. Cuenta Chany que “la única y dura realidad es que el último soporte vital y real son los ganaderos, pero también ellos están al borde de la extinción”. Y es cierto. Es difícil ver en los pueblos de Castilla aquellas reuniones de pastores con sus mandilones grises intentando cerrar negocios con un simple apretón de manos. Los tratantes de hoy, si acaso, sólo compran y venden ganado bajo los soportales de la Plaza Mayor de Salamanca. Pero éstos ya no acuden con mandilones para el mercadeo y pasan desapercibidos para los turistas, que sólo desean hacer fotos a la rana subida a una calavera en la fachada plateresca de la Universidad. Bueno, dicen que se trata de una rana cuando en realidad parece un sapo, símbolo de la lujuria. Se lo he de preguntar a Chany uno de estos días. Seguro que me lo aclara.

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