sábado, 15 de octubre de 2011

Cavernas


Lo verdaderamente sobrecogedor no es, a mi entender, que un talud de tierra arcillosa de una montaña se venga al suelo. Lo que espanta es que todavía existan viviendas-cueva en pueblos de España. Lo sucedido en Cuevas del Almanzora, provincia de Almería, pone de manifiesto que la España cañí no ha desaparecido. Existen cavernas habitadas en Benamaurel y en el Sacromonte, frente a la Alambra de Granada; en Cazorla, provincia de Jaén; en Purroy, provincia de Zaragoza; y en multitud de pueblos donde las temperaturas son extremas, las precipitaciones bajas y los materiales sedimentarios (yeso lacustre, por ejemplo) posibilitan la excavación. En nuestro país alcanzaron su mayor esplendor con la llegada de los almohades. A esto tendríamos que añadir la pobreza que afectó a grandes sectores de la población española desde tiempo inmemorial. Pero algunos no terminamos de entender que todavía puedan existir reminiscencias trogloditas en pleno siglo XXI en un país integrado en la Comunidad Europea. Cuentan sus moradores que tales viviendas son frescas en verano y calientes en invierno. Seguro que es así, pero para conservar el “paternina”. Si tan sencilla fuera la cosa, el Gobierno ya tendría resuelto el problema de la vivienda. Sólo sería necesario acondicionar los túneles de la línea férrea “Valladolid-Ariza” y de tantas líneas férreas en desuso que existen en España. Imaginen lo que se podría lograr dentro del tramo horadado de la Engaña, que tiene 6.976 metros de longitud y donde se emplearon más de 14 años de trabajo en su construcción, pese a que nunca se colocaron las vías y que hoy no es cosa distinta a un monumento a la estupidez humana. Sería como un rascacielos en horizontal, eso sí, sin vistas al exterior. Y no digamos nada de esa basílica faraónica construida bajo las rocas de Cuelgamuros por presos de guerra. Las cavernas modernas son otras, si hacemos caso a Saramago. Se nos dijo que España iba a cambiar. Alfonso Guerra nos persuadió de que “a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió”. No ha sido así. El derrumbe de un talud sobre una casa excavada en el monte en Cuevas del Almanzora, donde han muerto un padre y dos de sus hijos, nos demuestra que en el escudo de España, ese símbolo heráldico que rige por Real Decreto 2964/1981 de 18 de diciembre, habría que mudar de aires, o sea, el timbre por el “Grito” de Munch y el eslogan de la banda que flanquea las columnas de Hércules por el de “sálvese quien pueda”. Sería más realista.

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