lunes, 17 de octubre de 2011

Mezquindad


A veces el camino vale más que la posada. Imaginen una carpa de circo con unos espectadores muy separados de la pista, donde un liliputiense domador controlase con el chasquido de su látigo a unos tigres que resultaran ser gatos, y que los gatos terminaran por comerse al domador. O a una dama distinguida repartiendo prendas de abrigo a los pobres, pero que a todas esas prendas les faltase un trozo de tela en la espalda, y que la dama se intentara justificar diciendo a los mendigos que con los retales que faltan hace trajes para los niños de la inclusa. O a un señor que celebrase todos sus aniversarios sacando con una copa agua de los charcos en los que se refleja la luna. O a un indeseable patrón pidiendo sumisión a los obreros de su taller a cambio de un sueldo de mierda. O a Estrellita Castro penetrando en una destartalada pensión de Sevilla ansiando corresponder al portero de noche con la sonrisa de una estrella que usa “Lux”. O a un escritor de novelas baratas pretendiendo meter el folio en blanco en la parte trasera de un tricornio de guardiacivil. O a la policía local de Zaragoza montada en caballos de cartón-piedra durante la procesión del Corpus. O a Mafo gritando en el vestíbulo del Banco de España: “¡rico parisién!”… Imaginen lo que les venga en gana, queridos lectores. Siempre la realidad supera la ficción. No existe nada tan expresivo como la cara de un niño al que le acaba de estallar el globo. Aquel tipo que sea mezquino para imaginar en este mundo de golfos merecería recibir toda la leña del mono.

No hay comentarios: