domingo, 6 de noviembre de 2011

En vía muerta


El reportaje aparecido hoy en El País, "¿Adónde fueron los amos del ladrillo?", produce escalofríos. El documento firmado por Luis Gómez nos habla de sus protagonistas: Luis Portillo, Fernando Martín, Román Sanahuja, Rafael Santamaría, Francisco Hernando, Luis Nozaleda, Enrique Bañuelos, etcétera. Un ramillete de impresentables que han llevado a los españoles a la ruina. Uno manojo de ídolos con pies de barro, de banqueros ambiciosos, de algún político no muy transparente y de la lucha común de todos ellos por repartirse el poder del imperio del cemento hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria. El 24 de abril de 2007 se desplomaba Astroc, la compañía de Bañuelos, un 37,23%. Era el principio del fin de la burbuja. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, impertérrito ante la que se avecinaba, continuó templando gaitas en su torre de marfil y mirándose el ombligo. “Se limitó a explicar a los medios -según comenta hoy El País- que se trataba de simples correcciones del mercado y que la desaceleración del sector inmobiliario sería suave y gradual". Sí, tan suave y tan gradual que cuatro años más tarde ha dejado a España al borde del despeñadero, con cinco millones de parados, unos bancos y cajas a los que el Estado debe ayudar para evitar su colapso financiero y una deuda soberana que se nos come por los pies. José Luis Suárez, profesor del IESE, resume esta espiral de locura en pocas frases: "El problema es que la suma del crecimiento del crédito junto al incremento del precio de la vivienda hizo solvente a mucha gente. Se cometieron dos errores. Uno, crecer demasiado. En 2006, el crédito de la banca al sector de la construcción e inmobiliario creció más del 40%. Otro error fue que no se tuvo en cuenta la vulnerabilidad de muchas empresas por el excesivo endeudamiento. Y finalmente se gestionó mal la crisis. El crédito concedido al sector sumaba cerca de 430.000 millones de euros y después de cuatro años esa exposición sigue estando en 415.000. A nivel macroeconómico no se ha hecho nada. Hay que tener en cuenta que la deuda soberana en los bancos españoles está en unos 220.000 millones de euros. El problema es que el sector no puede pagar porque solo los intereses anuales deben ser algo más de 20.000 millones y no se genera cash flow para pagarlos". En los negocios ya se sabe, unas veces se gana y otras se pierde. Hacerse rico y arruinarse forma parte de la “ruleta rusa” especulativa. Pero, a mi entender, el gobernador del Banco de España, un tal Mafo, que se pasa el día pidiendo reformas laborales en detrimento del trabajador como importante medida para salir de la crisis, debería haber dimitido hace mucho tiempo por incompetencia manifiesta. Y el presidente del Congreso en funciones, José Bono, que siendo presidente de Castilla-La Mancha compartió relaciones y actividad con Rafael Santamaría y con Francisco Hernando, alias El Pocero, haría bien en dejar claro por higiene democrática en qué consistieron tales relaciones. Doy por hecho, como no podría ser de otra manera, de que todo ciudadano es inocente mientras no se demuestre lo contrario y que cualquier indicio, de existir, no constituye por sí mismo causa alguna de condena. Sin embargo, parece poco ético el abandono de la política activa en el supuesto de abrigar sombras de dudas.

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