miércoles, 22 de febrero de 2012

Dolencias y remedios


Marcello, ese perrillo que tiene espacio propio en “República.com” y que suelta verdades como puños por la ventanilla de su recuadro (como otrora hiciera la ilustre dama de baja cama Aurora Pavón, antes de que ésta lo rescatase del recinto de la perrera, le diera nombre y cobijo y lo vacunase contra la rabia y la leishmaniasis), me ha dejado hoy pasmado. Sabía de su excelsa pluma a la hora de opinar sobre lo cotidiano, pero su artículo “Urdangarín no está indefenso” debería hacer reflexionar a aquellos que, como decía el llorado Pedro Rodríguez, manejan el “Spanish touch” con la habilidad de los chinos con los palillos y el arroz. También, debiera ser motivo de atención para los “Recién llegados” al Banco Azul como elefante en cacharrería. Pues bien, escribe Marcello: “Existe la impresión que los poderes públicos de este país, incluido el propio Poder Judicial que tuvo la poca vergüenza de anunciar que ‘no todos los imputados son iguales’ –como subrayaron el presidente del CGPJ, Divar, y su portavoz, Bravo-, se van a volcar para que Urdangarin salga indemne, o ligeramente afectado en este proceso, como ha ocurrido en España y ocurre con los poderosos. Pero si eso es así el remedio empeorará la enfermedad y el problema Urdangarin pasará a ser problema de la Monarquía en un país que tiene los nervios y la desesperación a flor de piel por muchos motivos, y especialmente por la vigente y dramática situación económica y social de los españoles.”. Cierto. Ya se rumorean posibles prescripciones. Pudiera ser, pero el daño a la Corona ya está hecho. Dijo en cierta ocasión José Luis Garci que “si en el cine se pudiera prever el éxito, las películas las haría el Banesto”. Al Poder Judicial, con Divar y su portavoz Bravo incluidos, habría que recordarles que la Ley debe ser igual para todos y que todos los imputados deben recibir el mismo trato. España pasa por un mal momento y algunos que deberán sentarse en el banquillo como no podría ser de otra manera en un Estado de Derecho, presuntamente “se lo han llevado crudo” en varias administraciones públicas. Divar y Torres, cuando anunciaron que “no todos los imputados son iguales”, demostraron su absoluta incapacidad para presidir y llevar la portavocía del CGPJ, respectivamente. A grandes dolencias, grandes remedios. Seguiría pensando lo mismo de ese par de impresentables aunque lucieran sobre sus togas el collar del Toisón de Oro. El Toisón lo concede el rey a voluntad propia, pero la Justicia, como dijo Ulpiano, es la constante y perpetua voluntad de conceder a cada uno su derecho.

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