jueves, 8 de marzo de 2012

Rajoy frente al óleo de Casado del Alisal


Mariano Rajoy ya se cree Ramiro II el Monje y piensa hacer un recorte en la inversión pública del 40%. Este hombre, desde que se ha convertido en el inquilino de La Moncloa, se debe pasar el día mirando un cromo del cuadro de José Casado del Alisal y leyendo una y otra vez la famosa crónica donde se cuenta aquello de que los nobles aragoneses desobedecían a su rey, teniendo al reino sumido en desorden. El rey pidió consejo al abad del monasterio francés de San Ponce de Torneras, donde él había sido monje y, por toda respuesta, el abad cortó las coles que más sobresalían en presencia del mensajero. Y a su regreso, Ramiro II entendió el mensaje y tomó cartas en el asunto. La crónica de San Juan de la Peña hacía referencia a 15 nobles ejecutados, aunque Casado del Alisal sólo pintó 13 cabezas, formando una campana, y otra más colgada de un gancho haciendo de badajo. Mariano. Rajoy ya ha determinado que hay que recortar, no cabezas sino casi la mitad de la inversión pública en los Presupuestos Generales del Estado. Ahora sólo queda, por un lado, esperar a que se conozcan los resultados de las elecciones andaluzas y asturianas, que le serán favorables al PP por activa o por pasiva, o sea, en Andalucía por mayoría absoluta y en Asturias por pactos con otras fuerzas políticas; y por otro, que De Guindos se vuelva a hacer el machote y farfulle al oído del comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, que la reforma en la inversión pública que piensa llevar a cabo el Gobierno de España será “extremadamente agresiva”, como se acaba de hacer con la reforma de empleo. Volverá, ya lo verán, a darle unos golpecitos en la espalda al liberal-demócrata finlandés y le susurrará el consabido “Ya verás, ya verás”, como si fuesen barcarolas. Y hasta puede que De Guindos le pida un autógrafo para Rajoy, teniendo en cuenta que Olli Rehn llegó a jugar al fútbol con el equipo de su ciudad natal en la primera división, conocida la afición por ese deporte que siente el presidente del Gobierno Parece que sólo se salvarán de esa puesta en escena de la “Campana de Huesca”, ahora en formato de auto sacramental, las pensiones, las aportaciones a la Unión Europea y el ineludible pago de los intereses de la deuda pública. Lo de mantener el pago de las pensiones siempre es un alivio, si tenemos en cuenta que muchos desempleados de larga duración desayunan, comen y cenan por cuenta de los abuelos, quienes se han convertido en una especie de Cáritas bis con derecho al pataleo, pero sin derecho a cobro del 0’7 por ciento de la cuota íntegra (“asignación de cantidades a fines sociales”) en el recuadro de la declaración del IRPF.

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