domingo, 1 de abril de 2012

Forajidos violentos


Vamos, que leyendo el suelto de hoy de Ussía en “La Razón”, el Gobierno está obligado a dedicar en los nuevos Presupuestos una partida importante para constituir una Dirección General de Regiones Devastadas, más aún si tenemos en cuenta ese segundo aviso que Toxo y Méndez pretenden dar al Ejecutivo el próximo Primero de Mayo. Según Ussía, Willy Toledo se está conviertiendo en un problema nacional de difícil manejo, como la sequía, las mafias del Este o el paro galopante. Sólo es necesario darse una vuelta por Madrid para darse cuenta de los estragos que este actor ha producido en el mobiliario urbano, en los escaparates de bares y tiendas y en las estaciones de ferrocarril y metro. Lo que no acabo de entender es cómo el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, o la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes Cuencas, sabedores de que en la capital de España se encontraba Willy dispuesto a no dejar piedra sobre piedra, no tuvieran la precaución de cubrir con arena los días anteriores a la huelga la fuente de Cibeles, como se hizo con excelente criterio durante la Guerra Civil frente a los bombardeos de los insurgentes. Willy Toledo, Alberto San Juan, Juan Diego Botto, Marisa Paredes, los Bardem y el resto de los “actores de la ceja”, esos “forajidos violentos”, peor que una plaga de langosta. Viven, al menos así lo entiende Ussía, de chupar la sangre a los contribuyentes a base de subvenciones. La solución posible a tan singular problema, a mi entender, podría consistir en fumigar desde el aire “La Bardemcilla” de Chueca una tarde en la que se encontrasen todos esos “forajidos” dentro con profusión de agua bendita, antes de que pueda producirse un contagio impredecible al resto de la población civil, a eso que Ussía, López Schlichting, Jiménez Losantos, Antonio Jiménez, Carmen Tomás, Agapito Maestre, Alfonso Rojo, Isabel Durán, Carlos Dávila y Miguel Ángel Rodríguez denominan como “hombres de bien”, o sea.

1 comentario:

Una mirada... dijo...

Pues ya verá usted cuando el Sr. Ussía y el resto de la reserva decente tengan a bien leerse -que, evidentemente, no lo ha(n) hecho todavía- el Auto del juez que puso en libertad sin fianza al actor demonizado... Pobre... juez.