jueves, 14 de junio de 2012

El lenguaje de la estatua ecuestre



Existen tres cosas sobre Francisco Franco que nunca he podido averiguar: si sabía montar en bicicleta,  si sabía nadar y si sabía montar a caballo. Existe un lenguaje de la estatua ecuestre, de la misma manera que existe un lenguaje del abanico y un lenguaje de las flores. Parece ser que en toda escultura ecuestre, cuando el caballo tiene dos manos en el aire indica que el jinete que lo monta murió en combate; si el caballo tiene una de las manos en el aire, el jinete murió de heridas recibidas en el campo de batalla; y, finalmente, si el caballo tiene las dos manos y las dos patas en el suelo, el jinete murió de causas naturales. Ello viene a cuento con la no admisión a trámite de la Fundación Francisco Franco, que había presentado un recurso en el Tribunal Supremo para que la estatua ecuestre de Franco (1944) volviese a su antiguo emplazamiento de la madrileña plaza de San Juan de la Cruz y que el Ministerio de Fomento había retirado el 17 de febrero de 2005 de conformidad con la Ley de la Memoria Histórica. En esa estatua aparece Franco  montando a un caballo al que imagino de capa ruana o torda y que tiene una mano levantada como en posición de “al paso”, es decir, que avanza en bípedo lateral (referido a que avanza el pie derecho y después la mano derecha, seguido por el pie izquierda antes de la mano izquierda) cuando todos sabemos que el dictador murió en el Hospital La Paz, de Madrid. Algo semejante sucede con el monumento a Miguel Primo de Rivera (1929) en la plaza del Arenal, en Jerez de la Frontera; o con el del general Espartero (1895), en El Espolón de Logroño. Por lo tanto, el lenguaje de la estatua ecuestre no se corresponde con la realidad, a no ser que los escultores que recibiesen los respectivos encargos de honrar sus memorias anduviesen algo despistados. De cualquier modo, celebro que la estatua ecuestre de Franco no pueda volver a su antiguo emplazamiento ni a ningún otro, si se considera que tal reposición “es, por mandato legal, de imposible cumplimiento”. Lo siento por el caballo, que es animal estilizado y noble. Todo lo contrario que el jinete, cuartelero y protervo hasta el corvejón.

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