sábado, 14 de julio de 2012

Mantenidos



Señala J.A.Gundín en La Razón, a propósito del funcionariado existente en este país, que “lo que procede, es que los gobiernos autonómicos redecoren con menos escaños sus relamidos parlamentos, que son la versión pop del viejo casino provincial, cierren al menos un tercio de las empresas que montaron en plena burbuja y licencien a sus amiguetes con un beso por mejilla” ¡Ay, si Larra levantase la cabeza! Él se suicidó por Dolores Armijo y, ahora, los españoles nos suicidamos colectivamente por una tragazón silente frente a los desatinos históricos de los Tres Poderes: del Ejecutivo, que ha perdido la brújula de marear en el cometido de sus funciones; del Legislativo, que legisla con la Ley del Embudo y que mantiene en los escaños del Congreso a una impresentable diputada del PP que, ante los recortes anunciados en materia de desempleo, se ha permitido lanzar un “que se jodan”, que es como el ¡olé! de los aficionados en la barrera de sombra pero en versión parlamentaria; y del Judicial, que se caga de miedo ante su obligación ineludible de aplicar justicia, como ha sucedido con la  Sección Segunda de la Audiencia de Palma de Mallorca al desestimar imputar a Cristina de Borbón (beneficiaria directa del incremento patrimonial de su marido) en el Caso Nóos, respaldando así las dos negativas decisiones anteriores del juez instructor Castro ante sendas peticiones del Sindicato Manos Limpias. También, y a mí que me lo expliquen, la Fiscalía anticorrupción y la Abogacía de la Comunidad Autónoma se habían opuesto a finales de febrero a la imputación y citación de la hija del Rey. Perdón, se me olvidaba que existe un Cuarto Poder, o sea, la Prensa. ¿Qué decir de ella? Pues que, salvo honrosas excepciones, está pastando en el pesebre del Poder. La razón es simple: ningún empresario, en los tiempos que corren de sequía publicitaria, desea perder la sabrosa publicidad institucional. Por estos pagos de charanga y pandereta, del todo vale y donde “el dinero público no es de nadie”, según afirmaciones de la  ministra Magdalena Álvarez, hemos pasado del “vuelva usted mañana”, del tipo irritable e irritante de manguitos y lapicero en la oreja, a un hachazo en toda regla al actual señor de la ventanilla, que es de buen conformar, como usted o como yo. Nuestra situación actual, corrupta hasta más no poder, es la consecuencia directa de un gasto público desbocado donde, y sigo refiriéndome a  Gundín, “los culpables no son precisamente los funcionarios, sino otros que han usurpado sus funciones. O sea, los enchufados y colocados a dedo, o mediante inverosímiles procedimientos, como empleados públicos por las castas políticas municipales y autonómicas. Se calcula que un millón de ellos calienta las sillas de 4.500 empresas públicas, entes oficiales y organismos de variado pelaje”. Son los mantenidos, una nueva clase social que habita entre nosotros y que hace no se sabe qué a cambio de estar calladitos y pasar desapercibidos. Son una especie de asesores del trile y cómplices del fraude mediante el cubilete y la bolita en calles concurridas.

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