martes, 11 de septiembre de 2012

Chicharro tiene razón




He leído despacio, en evitación de que se me pudiese pasar algún detalle, el artículo “Del servicio militar obligatorio”, parte I y parte II, publicado en “República.com” por el general Chicharro. Estoy de acuerdo con él en todo su contenido. Pero, además, he releído “España indefensa”, de Amadeo Martínez Inglés, donde ese coronel analizaba la situación en la que se encontraba el Ejército a finales de los años 80, cuando todavía existía en España la recluta obligatoria. Ignoro cómo se encuentran hoy las fuerzas operativas encargadas de salvaguardar nuestro territorio. Pero sí conozco, por haber sido publicada, la actual deuda viva del Ministerio de Defensa, cifrada en  26.000 millones de euros, es decir, un 3% del PIB, como consecuencia de la modernización sin precedentes llevada a cabo en su día por el Gobierno Aznar. En ese sentido, señalaba  ya en agosto de 2011  el diario “El País” que “si se tratara de un problema coyuntural, bastaría con posponer los pagos. Pero la situación no será mejor sino que se agravará en el futuro. El programa de pagos se diseñó de tal forma que en los primeros años, los de bonanza económica, las cuotas eran reducidas; mientras que ahora, en plena crisis, su cuantía se multiplica, hasta el punto de que a partir de 2014 será superior a la suma de todo el capítulo de inversiones del ministerio: 1.005 millones en 2011. Según fuentes de Defensa, mantener los plazos previstos supondría que en 15 años las Fuerzas Armadas no podrían hacer ninguna nueva inversión y aun así no bastaría”. En el último Consejo de Ministros se otorgó hacer entrega a las FA’s de un suplemento de crédito de 1.782 millones de euros para atender la deuda acumulada de proveedores por de entregas realizadas en 2010 y 2011 y, además, poder hacer frente a los compromisos de 2012. La mayor parte del crédito corresponde, (según “diariocrítico.com”) “al consorcio europeo para el avión de combate ‘Eurofighter’, el helicóptero de ataque ‘Tigre’ y los buques de acción marítima, entre otros”. El panorama, a mi entender, es desalentador. En la página 23 de su libro, el coronel Martínez Inglés cuenta: “Estos cincuenta años de pasividad han traído, además, otras consecuencias. El militar profesional español del año 89, yo diría desde general a sargento, no cree en la guerra. Tantos años de tranquilidad, de aislamiento, de volcarse al interior, de pluriempleos, de destinos más o menos cómodos, le han deformado de tal manera que hoy día para cualquier profesional de la milicia, honrosas excepciones aparte, la guerra es una entelequia, un suceso ciertamente desgraciado que ocurre en otras latitudes, que afecta a otras naciones con menos suerte que la nuestra”. Bueno, soy consciente de que nuestra entrada en la OTAN ha hecho que cambie sustancialmente el panorama, puesto que España cumple con honor ciertas misiones en el exterior, por ejemplo en Afganistán. Otra cosa distinta es que España, dado el momento actual de crisis en la que está sumida, pueda hacerse cargo del  “brutal” coste económico que supone estar a la altura de las circunstancias. Además, existe una situación paradójica. Rodríguez Zapatero anunció por sorpresa poco antes de su salida del Gobierno (ver “Publico” 11.9.12) que “España será una pieza clave del escudo antimisiles aliado y que la base naval de Rota albergará a 1.300 militares y cuatro buques de guerra de EEUU, en cumplimiento de un programa suscrito entre los dos países en 1988 sobre ‘cooperación de la defensa’ y modificado en 2002”. La paradoja radica en que ni Ceuta ni Melilla quedan bajo el paraguas del Tratado del Atlántico Norte. Y eso no se entiende. Pido perdón al general Chicharro por “haberme salido por los cerros de Úbeda”. Pero hay cosas que merecen comentario.                                      

No hay comentarios: