martes, 25 de septiembre de 2012

La Iglesia Católica, el IRPF y el otro mundo





José Pablo Jofré, corresponsal en Berlín del diario ABC, comenta que “los católicos alemanes que no paguen el  impuesto a la Iglesia quedarán excluidos de los sacramentos. El sistema estatal fiscal alemán solo permite que no se abone esa contribución a la Iglesia si se dice que ya no se es católico”. La medida, en principio,  parece lógica. Lo que sucede es que tal consideración de la Conferencia Episcopal alemana resultaría de difícil aplicación en España. Alemania carece de Concordato  y, por tanto, su financiación va en función del “pase por taquilla” en el sistema fiscal de los fieles. En España, en cambio, además la asignación tributaria a la Iglesia Católica a la que  el Estado destina el 0’7 por 100 de la cuota íntegra del el IRPF para su sostenimiento de los que así lo deciden, existe una importante exención de impuestos y goza de otros muchos beneficios como consecuencia de ese trasnochado e incomprensible Concordato en un Estado no confesional, como es el nuestro. La “apostasía fiscal” en Alemania, sin embargo, de ninguna manera lleva automáticamente aparejada la excomunión. Según la Conferencia Episcopal alemana, el individuo que se resista a sostener a la Iglesia Católica “será invitado por carta por el párroco competente a una cita, en la que se les tratará de ‘convencer’ de que ‘reconsidere’ ese paso”. Según el diario ABC, “el detonante de ese decreto (de esa medida unilateral por parte de los obispos, diría yo) es el caso de un jurista experto en Derecho Canónico, Hartmut Zapp, quien tras apostatar en 2007 y quedar por tanto exento del pago del impuesto eclesiástico, ha reclamado sin embargo su derecho a seguir siendo miembro de la Iglesia. El obispado de Friburgo presentó demanda contra Zapp ante el Tribunal Federal Administrativo, que se espera aborde el caso el próximo miércoles 26 de septiembre”, es decir, mañana. Lo mejor, supongo, será no dar ideas. En España, pese a recibir la Iglesia Católica alrededor de 6.000 millones de euros anuales, estar exenta de impuestos y controlar ( y “adoctrinar”) en gran parte la educación de casi todos los colegios concertado, se ha sacado de la manga cobrar entrada por visitar catedrales y museos diocesanos. Un ejemplo es Zaragoza, donde se cobra entrada por visitar  La Seo y el recientemente inaugurado Museo Diocesano, después de que sus obras de restauración y creación, respectivamente, hayan sido sufragadas en buena parte por la Diputación General de Aragón y por otros organismos oficiales con el dinero de todos los ciudadanos aragoneses. Pues bien, como se sigan dando ideas, a este paso pedirá el cura ecónomo comprobar la Declaración del IRPF por ver si se puso la “equis” en la casilla correspondiente del Impuesto antes de proceder a dar la comunión, casarse, o poder recibir un parroquiano enfermo los óleos y la recomendación del alma. Aunque parezca una astracanada, hasta para ir al Más Allá se deben tener los papeles de la contribución en orden. El latín es sagrado, el trigo es sagrado.

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