domingo, 23 de septiembre de 2012

Puente de plata




Cristina López, en La Razón, hace una adulación  casi vergonzosa de Esperanza Aguirre. La compara con Merkel y Thatcher, sobre las que dice: “Es curioso que las grandes jefas de Estado europeas hayan sido de derechas. Dice poco de la izquierda”. Dentro de su “particular” consideración, respetable por mi parte aunque no la comparta, también hace referencia a Luisa Fernanda Rudi, sobre la que cuenta que “mandó en la Cámara, pero sin apenas protagonismo en la política real”. Hombre, Rudi  ha sido varias veces diputada a Cortes, eurodiputada, alcaldesa de Zaragoza, presidenta del PP en Aragón y presidenta de la Diputación General de Aragón. Si eso no es tener protagonismo en la política real, que venga Dios y lo vea. En otro apartado de su artículo, López remata faena hincando el estoque al volapié: “Es curioso que en los casos citados –Merkel, Thatcher, Aguirre– se repitan las biografías. El padre como modelo; cierta falta de atractivo físico y un predominio de la capacidad de trabajo y de estudio. Aquí ya no sé qué decir. ¿El padre como modelo, pero modelo de qué? Eso ya roza lo freudiano. Merkel, hija de un pastor luterano llamado Horst Kasner, tomó el apellido actual de quien fuera su primer marido, Ulrich Merkel, del que se divorció en 1982. Thatcher, de apellido de soltera Roberts, es hija de un propietario de dos tiendas de comestibles y predicador del Metodismo. Como puede comprobarse, los apellidos paternos, tanto de Merkel como de Tharcher, desaparecieron y no precisamente por arte de magia sino por propio deseo de ellas. Vamos al caso de Aguirre. Es hija de José Luis Aguirre Borrell,  procurador en Cortes durante la etapa franquista por el tercio sindical nada menos que siete legislaturas. Aquellos procuradores sí que se lo llevaban crudo: chaquetilla blanca, cuatro aplausos de adhesión a Franco en la Cámara y a pasar por caja, que en cobrar es donde está la ganancia Y, ¡oh, casualidad!, ocupó la jefatura de Publicidad de Turismo precisamente cuando su tío, Ignacio Aguirre Borrell, era Secretario de Estado de Turismo—, donde permaneció tres años, hasta 1979. Después, con UCD, ocupó diversos cargos administrativos de designación directa (es decir, sin opositar) en el Ministerio de Cultura: en 1979, jefe del Gabinete Técnico del director general del Libro y la Cinematografía; en 1980, subdirectora General de Estudios en la Secretaría General Técnica del Ministerio de Cultura; en 1981, subdirectora General de Estudios en la Secretaría General Técnica del Ministerio de Cultura; y, en 1982, subdirectora general de Fundaciones y Asociaciones Culturales, y bla, bla, bla… En 1995, siendo concejal del Ayuntamiento, fue nombrada consejera de Caja Madrid en representación del PP. Ahí me detengo. Esperanza Aguirre y José María Aznar tuvieron mucho que ver en el nombramiento de Miguel Blesa como presidente de Caja Madrid. Y de aquellos polvos vienen estos lodos. Ahora Esperanza Aguirre acaba de dimitir de la presidencia de la Comunidad, aunque no de la presidencia del PP en Madrid, donde todavía se tienen que producir muchas batallas internas.  ¿Será por problemas de salud? ¿Será por haber reflexionado sobre las teorías de “El principio de Peter” y dar por hecho haber alcanzado su nivel de incompetencia? ¿Será por algo “muy serio” que todavía no ha trascendido? Qué será, será… En fín, para algunos “amigos incondicionales” de la calle Génova, y para quiénes le han concedido con prisas la Medalla de Oro de Madrid, Aguirre se ha marchado con presteza por la puente, que está seco. Cuatro lágrimas, sí, pero de cocodrilo. A enemigo que huye, puente de plata.

No hay comentarios: