viernes, 14 de septiembre de 2012

Un poco de por favor




Con la que está cayendo, a ciertos taxistas madrileños les ha dado por poner un pictograma en el coche de alquiler donde prohíbe al cliente que se tire pedos; y Mariló Montero, exmujer de Carlos Herrera, se enfada por su rebaja de sueldo (400.000 euros anuales) en la televisión del Estado y carga en directo contra Anne Igartiburu, a la que los nuevos directivos del ente público le han dado un programa de la tarde. Teniendo en cuenta que Santiago González – actual pareja de Montero– ya no es director de TVE es normal que sucedan estas cosas, con lo que se demuestra que Anne Igartiburu no está oxidada ni enmohecida sino que goza de una lozanía que otras presentadoras  quisieran. De cualquier manera, si Montero se enfada por su rebaja salarial, puede probar suerte de cajera en Mercadona. Vamos, que ya está bien de tonterías. Lo de los taxistas tiene su guasa. Oiga, ¿y si a mí no me agrada que el taxi esté sucio, o que el taxista vaya  desaseado, con el palillo en la boca y con barba de dos días? Otros taxis de Madrid llevan una pegatina donde puede leerse ese tópico de “Un poco de por favor”. ¡Por favor, qué! En fín, lo que procede es que el taxista, antes de bajar la bandera,  le pregunte al cliente si ya ha comido. Y en caso afirmativo, asegurarse mediante una declaración jurada, cuyo impreso puede estar ya confeccionado a falta de la firma, que no ha probado la fabada asturiana ni los garbanzos de Fuentesaúco ni las lentejas del Hijo de Macario Marcos. Otra cosa es que el cliente haya sido recogido en las proximidades del Ikea. Ahí no caben dudas. Sólo ha podido comer codillo asado o albóndigas con salsa de arándanos. En “La Divina Comedia en la última línea del capítulo 21 del “Infierno” se lee un ejemplo del uso demoníaco de una función natural del cuerpo: “Ed elli avea del cul fatto trombetta”. Seguro que algún  taxista madrileño sabrá italiano y se lo traducirá sin problemas a sus compañeros que hacen corro en las cabeceras de la Estación de Atocha o en la Plaza de Castilla. Todo sea por la buena educación, que exige al cliente pedir perdón después de tirarse un pedo. En absoluta reciprocidad, el taxista debe abrir de inmediato la ventanilla de su lado en evitación de que conductor y conducido puedan palmar como Caryl Chessman.

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