lunes, 11 de marzo de 2013

Hoy se impone el lazo negro





Hoy se impone lazo negro porque las tragedias no deben ser olvidadas. Demasiado dolor, excesivo espanto. El monolito frente a la Estación de Atocha se agrieta nueve años después del mayor desastre de la democracia. No se deben poner parches ni cinta adhesiva en un vano intento de mitigar el deterioro de un recuerdo (el monolito inaugurado hoy hace seis años es una evocación), por parte de las autoridades municipales madrileñas. Los 191 fallecidos y los casi 2.000 heridos merecen respeto. Queda bien soltar globos y poner una breve pieza de Mozart. Tampoco debe ser olvidado por la ciudadanía las vergonzosas mentiras de un Gobierno, el de Aznar, en un intento de confundir a los votantes para volver a ganar unas elecciones generales. Las tragedias no deben ser olvidadas. La foto de las Azores, tampoco. Aznar no está en condiciones de dar lecciones a los españoles desde el púlpito de Faes. Otro, en su lugar y con más vergüenza torera, se hubiese escondido para siempre en el “Castelgandolfo” del desierto de Los Monegros para no asomar jamás el bigote. José María Izquierdo, en el diario El País, pone el dedo en la llaga: “Pues en tal día como hoy, precisamente en tal día como hoy, 11 de marzo, el presidente del Club Siglo XXI, el siempre desenvuelto Eduardo Zaplana, ha tenido a bien invitar a Federico Jiménez-Losantos, el apóstol jefe de los conspiranoicos más enloquecidos para que analice –ja- la primera legislatura de Rodríguez Zapatero, que empezó, justamente, teniendo que hacer frente a aquel dolor ciudadano. Zaplana pondrá cara de compungido. O quizá añore aquellos días, ministro portavoz que era del Gobierno de José María Aznar, cuando él mismo y su presidente, en persona, mintieron a los ciudadanos -a alguno con nombre y apellidos- con total desvergüenza. ¿Zaplana quiere ahora, de nuevo, que le recordemos aquellos días negros? Es lo que tienen los desahogados: nunca, nunca, se ruborizan. En cualquier país normal, uno –Aznar- y otro –Zaplana- hubieran quedado inhabilitados para la política. Pues el primero nos da lecciones de ética todos los días, y el segundo se hace rico a nuestra costa, que le pagamos el sueldo con los recibos de Telefónica. Hoy, como decía al principio, se impone el lazo negro porque las tragedias no deben ser olvidadas. Demasiado dolor, excesivo espanto…

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