domingo, 24 de marzo de 2013

Invasores silenciosos




Primero fueron los cangrejos americanos, “procambarus clarkii”, que terminaron con los cangrejos autóctonos y que empezaron a introducirse en España en los años sesenta del siglo pasado con el objetivo de producirlo para su introducción en el mercado de la alimentación. ¡Hace falta ser burros! Mas tarde aparecieron los siluros, “silurus glanis”, unos peces enormes y feos de gran longevidad abundantes en el río Danubio,  que alguien echó al embalse de Mequinenza en 1974, y  que casi han terminado con el barbo, la madrilla e infinidad de peces autóctonos. Después apareció el mejillón cebra, “dreissena polymorpha”, procedente del Mar Caspio, aguas abajo del Ebro. Se sabe que este invertebrado produce una grave disminución del fitoplancton disuelto, altera la composición de los fondos y aguas fluviales, y afecta en mayor o menor grado a las especies presentes en los ríos, destacando su efecto sobre los bivalvos autóctonos, como la “margaritifera auriculari”, en peligro de extinción en el Ebro. Y, ahora, éramos pocos y parió la abuela, el camalote enraíza en el Guadiana. Esa planta apareció en 2004, cuando se “colocó” en algunos jardines “horteras”, pero nadie le dio importancia. El camalote, “eichhornia crassipes” o jacinto de agua, es una mata flotante de grandes hojas y vistosas flores, de gran capacidad reproductiva y que está incluida en la lista de las 100 especies exóticas más dañinas del mundo, hasta el punto de que en la actualidad, ¡a buenas horas, mangas verdes!, está prohibida su introducción, posesión, transporte, tráfico y comercio en España. Lo triste es que en este país se hacen leyes protectoras de la Naturaleza cuando el mal ya está hecho. Por ejemplo, todos conocemos los efectos negativos que producen esas tortugas de Florida que venden en las tiendas de animales a precios muy asequibles y que, una vez que su nuevo propietario se aburre de tenerlas como mascotas,  las suelta en pantanos y ríos. ¿Alguien con autoridad bastante pone remedio a esta situación? Sobre el papel, puede que sí. Pero la realidad es distinta.

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