miércoles, 1 de mayo de 2013

El método de subirse a la chepa





Si san José viviera hoy entre nosotros posiblemente sería un obrero en paro o, todo lo más, un trabajador por cuenta propia, o sea, un autónomo, y como tal estaría obligado a pagar el IBI por el uso del local, a estar dado de alta en la Seguridad Social, a declarar el IVA por los trabajos facturados,  a responder de forma ilimitada con todo su patrimonio presente y futuro, a pagar el correspondiente suplemento para cubrir las contingencias derivadas de accidentes y enfermedades profesionales, a hacer la  correspondiente declaración censal (modelo 036) que incluyera la solicitud de declaración de alta en el negocio y el correspondiente NIF, a solicitar el alta en el IAE, además del cumplimiento de determinadas conformidades municipales y comunitarias sobre materia de seguridad e higiene.  Y si al emprendedor le fuese mal el negocio, tampoco tendría derecho a recibir  paro ni  subsidio de desempleo. Con la fiesta de san José Obrero, establecida por Pío XII en 1954 en memoria del humilde obrero de Nazaret esposo de María, se pretendió mantener alta la dignidad del obrero manual desde un peregrino argumento: “Si bien es cierto que a la sociedad le son necesarios los intelectuales para idear, no lo es menos que, para realizar, le son del todo imprescindibles los obreros. De lo contrario, ¿cómo podría disfrutar la colectividad del bienestar, si le faltasen manos para ejecutar lo que la cabeza ha pensado?”. La Iglesia Católica nos presenta a un José humilde que malvive en una cueva, con las manos encallecidas, sufriente… Dejó escrito Nietzsche que “la felicidad y  la ociosidad inducen a tener pensamientos; todos los pensamientos son malos y el hombre no debe pensar. La indigencia no le permite al hombre pensar”. A la jerarquía de la Iglesia Católica le ha dado buen resultado desde tiempo inmemorial la técnica de “subirse a la chepa” en construcciones, en ideas y en formas; es decir, donde existía un templo pagano, una sinagoga o una mezquita se “superpuso” una iglesia o catedral (Santiago de Compostela, Córdoba, La Seo de Zaragoza, etcétera); donde preexistía una arraigada religión judía se le añadió la llegada del Mesías aunque conservando intacto todo el Antiguo Testamento, por desarmar tal religión de contenido; se ensalzó hasta lo inimaginable la figura de la Virgen por trastocar  las ideas luteranas que mantenía y sigue manteniendo la Europa más desarrollada económicamente; y, cómo no, se utilizó la humilde figura de un obrero sin intelecto que le permitiese  discurrir, la de san José, frente al Día del Trabajo, entendido internacionalmente como homenaje a los mártires de Chicago, es decir, a unos hombres que fueron ejecutados en 1886 como resultado de la revuelta de Haymarket, por luchar a favor de la jornada laboral de ocho horas. En suma, se pretende hacer que una fiesta profana tenga ciertos matices religiosos. ¿Cómo conseguirlo? Pues eso, subiéndose a la chepa de la famélica legión.

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