miércoles, 15 de mayo de 2013

El tabique de Ondarroa




El escrache, entendido como método de protesta colectiva ante la vivienda de un político que no cumple sus promesas electorales lo justifico;  las manifestaciones vecinales ante la casa de alguien al que van a desahuciar, también. El ciudadano tiene derecho a manifestarse cuando algo va mal. Y a veces hasta funciona. Pero lo que entiendo injustificable es que un grupo de ciudadanos simpatizantes con la izquierda abertzale ocupen el puente vizcaíno de Ondarroa (gobernado por Bildu) y lancen gritos de “Jotake irabazi arte”  intentando evitar el arresto de Urtza Alkorta por parte de la Ertzaintza. Esos gritos, traducidos al castellano quieren decir “dando fuerte hasta ganar”. Lo que no sabemos es qué quieren ganar. Que yo sepa, los vascos son los ciudadanos que menos impuestos pagan al Fisco, seguidos de Navarra. De las 17 autonomías, diez de ellas (el 48% de la población) son receptores netos, es decir, que reciben más de lo que dan; Aragón y Valencia (14%) se quedan en “tablas”, por utilizar el argot del ajedrez; Madrid, Baleares y Cataluña (32%) dan más que reciben; y País Vasco y Navarra van por libre. Pues bien, Urtza Alkorta está condenada por colaborar con ETA y había una orden de busca y captura dictada por la Audiencia Nacional. Sobre Urtza Alkorta pesa una condena de cinco años y su detención está plenamente justificada, pese a los gritos e insultos de los vascos concentrados y de varios miembros de EH Bildu, en contra de la actuación de la Ertzaintza. Los “muros populares” no sirven ni pueden impedir el buen funcionamiento de un Estado de Derecho. El Ayuntamiento de Ondarroa podrá aprobar todas las declaraciones institucionales que entienda conveniente. Pero si quieren “dar pasos a favor de la pacificación”, como reclaman los ediles de Bildu a la consejera de Seguridad  Estefanía Beltrán de Heredia, deberá empezar por no llamar “encarcelamientos políticos” a los  internamientos en instituciones penitenciarias por delitos de terrorismo. En España, por fortuna, no existen presos políticos y eso lo sabe hasta el que asó la manteca.

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