jueves, 9 de mayo de 2013

La gaviota en forma de paloma




En España, al menos, a los nuevos ministros, además de exigírseles la jura o promesa del cargo ante el Rey y el presidente del Gobierno, no estaría de más que se les demandase un documento acreditativo de haber recibido con anterioridad el sacramento de la Confirmación de manos del obispo de una diócesis. Aún siendo conscientes de que el artículo 16.3 de la Constitución Española establece el principio de la aconfesionalidad del Estado, puesto que tales servidores públicos van a aprobar cada viernes en los correspondientes Consejos de Ministros  medidas de importante calado que afectan al ciudadano, bueno sería que éstos, los ministros, estuvieran imbuidos por los siete dones del Espíritu Santo, que se logran merced a ese sacramento: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. De esos siete dones, doy por hecho  que los dos últimos, piedad y temor de Dios, son una constante en el espíritu del partido gobernante, es decir, del Partido Popular, como quedó demostrado con el vestido negro y la peineta de María Dolores de Cospedal durante la última procesión del Corpus en Toledo, donde recibieron tanto ella  como Rajoy el cerrado aplauso de “un baño de multitudes” a su llegada a la céntrica Plaza de Zocodover para presenciar  la procesión; o con el agradecimiento de la ministra Báñez en el Año Jubilar rociero, al comentar a la prensa el pasado año, refiriéndose a la Blanca Paloma, que “nos ha hecho un regalo en nuestra salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar todos los días de los ciudadanos”. Por tanto, los dos últimos dones se dan por bien recibidos del Espíritu Santo. Pero los otros cinco dones, sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza y ciencia, son harina de otro costal. Las explicaciones de Cospedal sobre Bárcenas, cuando declaró a los medios que éste se había beneficiado de una indemnización “en diferido”, es decir,  que “recibió una indemnización fracturada, en diferido, hasta diciembre de 2012, y que también se acordó por las partes los pagos a la Seguridad Social y las retenciones de IRPF”, o sea, una “simulación” de “retribución”, parece ser que el Espíritu Santo estaba en otras cosas y el resultado de la explicación no pudo ser más peregrino. Rajoy se explica menos y ahora pretende hacer un “pacto” con el resto de las fuerzas políticas para activar políticas de cambio, siempre que esas fuerzas políticas acuerden por escrito lo que él desea pactar, sin ningún tipo de concesiones. Pero, claro, tal iniciativa  no tiene nada que ver con un pacto de Estado, sino con  la pretensión de involucrar de forma perversa y mediante el  apoyo incondicional del resto de los partidos el resultado a su evidente política errática.



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