domingo, 23 de junio de 2013

Dígame Anson, ¿a qué jugamos?





Hoy domingo,  Luis María Anson, en "El Imparcial", bajo el titulo “Juan Carlos I escribe sobre su padre Juan III”, reproduce una carta que el Rey envió a ese periodista con motivo del 75 aniversario del nacimiento de Juan de Borbón muy bien redactado para lo que Anson denomina como “ABC verdadero”. El diario ABC era verdadero ayer y lo es hoy. Lo que sucede es que antes ese diario estuvo en manos de Prensa Española y ahora es un periódico del Grupo Vocento. Pues bien, como decía, aquella carta del Rey al diario ABC a instancias de Ansón comienza: “La víspera del día en que juré bandera, mi padre me escribió una carta en la que subrayaba que mi vida iba a consagrarse al servicio de España, con espíritu de sacrificio, hasta la muerte, si preciso fuera, en defensa de la patria y su bandera” (…) “No me olvidaré nunca de aquella mañana de invierno en que se cuadró ante mí, con la fiebre alta y el tumor enroscado a la garganta, para pedirme la venia y enterrar a su padre, el gran Rey Alfonso XIII, en el lugar que le correspondía, en el panteón de El Escorial, en una de las más emocionantes ceremonias a las que he asistido en mi vida”. Y terminada la carta, y ahora, con motivo del centenario del nacimiento de Juan de Borbón, Luis María Ansón aprovecha para “arremeter” contra la persona que hizo posible que Juan Carlos fuera Jefe del Estado a título de rey. Dice Anson: “Mientras las estatuas del dictador Franco han desaparecido de las ciudades españolas, en una de las plazas más bellas del Madrid moderno, los españoles pueden contemplar el monumento que se levantó, por suscripción popular, en recuerdo de Don Juan”. Anson no perdona a Franco que, en su día, no cediese la Jefatura del Estado a  Juan de Borbón. Y no sólo eso, sino que tampoco permitiese que su barco “Giralda” pudiese atracar en aguas españolas. Anson debería saber a estas alturas de la Historia que, el hecho de que Juan de Borbón esté enterrado en el pudridero del Monasterio de El Escorial y que se le tenga previsto un sarcófago en el Panteón Real con la inscripción “Ioannes III, Comes Barcinonae, Juan III, Conde de Barcelona”, en nada significa que este señor fuese rey de España ni de hecho ni de derecho. Juan Carlos es rey, que no lo olvide Anson, por el expreso deseo del dictador, no por sus derechos históricos. Alfonso XIII, que en nada fue un buen rey, perdió todos los derechos históricos el día que abandonó España con demasiada prisa y por el puerto de Cartagena. El pasado día 20 de junio, hace tres días, se celebró un funeral de Estado en el Palacio Real en memoria de Juan de Borbón. Esas cosas, con la que está cayendo en España, deberían haberse hecho en privado y en un ámbito más sencillo, por ejemplo en el Palacio de la Zarzuela y dentro del núcleo familiar. Nadie olvida los pitidos y gritos con los que el viernes pasado fue recibido el ministro Wert cuando acompañaba a la Reina al concierto-homenaje a la mezzosoprano Teresa Berganza en el Teatro Real de Madrid. Pues bien, esos mismos pitidos se han repetido ayer sábado, cuando la Reina asistía al Auditorio Nacional de Madrid donde se celebra un maratón sinfónico dirigido por Jesús López Cobos. Esas cosas entran dentro de los sueldos, pero no cabe duda de que existe un creciente malestar entre la ciudadanía, agobiada por los impuestos y empobrecida por la falta de trabajo. No termina de entender la caza de elefantes del Rey en Botsuana ni la extraña “misión” que tuvo la falsa princesa Corinna ni los presuntos casos de corrupción de Iñaki Urdangarín ni los presuntos “agujeros negros” existentes en la Agencia Tributaria a la hora de confeccionar declaraciones paralelas a la infanta  Cristina. Los estudiantes observan estupefactos cómo les suprimen becas de estudio, los padres de familia  no entienden que las empresas les rebajen los sueldos, los parados no ven luz al final del túnel… Y mientras esas cosas suceden, Luis María Anson se empecina en tratar de convencernos de las virtudes que adornaron a Juan de Borbón y de todo lo que sufrió por su amor a España. Oiga, amigo, cambie el disco y pise en el suelo. Los españoles pueden vivir sin rey y sin aspirantes que no pudieron llegar a serlo, pero un rey no puede ejercer de Jefe del Estado si no cuenta con el respaldo popular. O se hace en España una ley de transparencia como se hizo en Reino Unido, donde la democracia es indiscutible, o dígame usted, señor Anson, a qué jugamos. Basta ya de marear la perdiz. 

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