martes, 18 de junio de 2013

Matar dos pájaros de un tiro




El Gobierno quiere volver a gravar el precio del tabaco como medida recaudatoria. Posiblemente cometa un error garrafal, si se tiene en cuenta que sólo durante el primer trimestre del año el consumo de tabaco de contrabando ha aumentado en España el 11’7% como consecuencia de su encarecimiento progresivo y de la falta de poder adquisitivo de los ciudadanos. Las estadísticas son tercas y reflejan que ha disminuido el número de fumadores y el resultado lo relaciona con la concienciación de los efectos nocivos del tabaco para la salud. Algo de ello hay de cierto, pero no todo. Existen otros factores que determinan tales estadísticas. Andorra, por ejemplo, ha duplicado entre 2006 y 2012 las importaciones de tabaco; y en Cádiz se han cerrado cuarenta estancos por su proximidad con la bahía de Algeciras. Y no digamos con lo que acontece en Galicia, que es de libro. Eso algo querrá decir. Es curioso, el Estado comenzó a alarmar al ciudadano con los peligros del tabaco cuando Tabacalera dejó de ser monopolio. Mientras lo era, hasta en las cartillas de racionamiento se determinaba el cupo de “picadura” de tabaco que podía adquirir con esa libreta el padre de familia. Tanto es así que los más selectos cigarrillos de aquellos oscuros tiempos tenían el nombre de “Ideales” y  que los españoles devorados por la hambruna bautizaron como “caldo de gallina”. Eso fue así hasta que apareció otro “caldo”, ahora en forma de cubitos y que mataba el hambre con sólo añadir al agua caliente la milagrosa pastilla que fabricaba “Gallina Blanca” y unos fideos. Ya sólo falta que alguien demuestre que la pastilla de “avecrem” rallada y mezclada con el tabaco de hebra cumple dos fines, calmar el mono de fumar y comer a un mismo tiempo. Se acabará eso de recoger colillas del suelo y acudir a comer por cuenta de la beneficencia.

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