lunes, 3 de junio de 2013

Peregrinos, romeros y promesantes




El pasado sábado comenzó el Año Jubilar Macareno y los peregrinos, romeros y promesantes que acudan al templo sevillano hasta el 1 de junio de 2014 podrán obtener indulgencia plenaria.  Santa María  de la Esperanza Macarena, o simplemente  “La Macarena”, como se la denomina en el argot popular  tanto a la iglesia como al  populoso barrio hispalense, es de reciente construcción y obra del arquitecto Aurelio Gómez Millán. Sus trabajos de construcción comenzaron en 1941, cuando se colocó la primera piedra y se bendijeron los terrenos por el arzobispo Pedro Segura, concluyéndose la obra en 1949, siendo bendecida el 18 de marzo de aquel año por el mismo arzobispo y actuando como padrinos el general Queipo de Llano y Serafina Salcedo, esposa de Francisco Bohórquez Vecina, que fue Hermano Mayor de la Hermandad de la  Esperanza (Macarena) hasta su fallecimiento el 11 de noviembre de 1955. Bohórquez Vecina fue auditor de guerra, hombre de confianza y brazo derecho del jefe de la Segunda División Militar (Queipo de Llano) en la represión subsiguiente al golpe del 18 de julio de 1936 contra la II República. Fueron numerosas las sentencias de muerte a las cuales el auditor dio su aprobación, como demuestra el historiador Francisco Espinosa en su libro “La justicia de Queipo”. Por cierto, el 31 de mayo de 2006 Ubrique, pueblo natal de Bohórquez, le retiró la distinción de Hijo Predilecto de la Villa, así como el nombre de una calle, que pasó a denominarse Calle del Perdón. Pero, como decía, el templo de La Macarena fue consagrado por  José María Bueno Monreal el 7 de octubre de 1966 y por una bula concedida un mes más tarde por  Pablo VI, obtuvo la dignidad de basílica menor. La obtención de indulgencia plenaria puede ser un importante acicate para que el “turismo religioso” acuda a Sevilla, junto a peregrinos, romeros y promesantes. Sevilla tiene luz y siempre merece una visita. Pero, a mi entender, por encima de intentar conseguir méritos para ir al Cielo, bueno sería que se aplicase la Ley de la Memoria Histórica y se trasladasen al Cementerio de San Fernando los restos mortales  de Queipo, que reposan desde su fallecimiento en La Macarena bajo una lápida a nivel de suelo donde ponía textualmente: “Aquí reposa en la paz del Señor el Excelentísimo Sr. Teniente General D. Gonzalo Queipo de Llano y Sierra. 18 de julio 1936.- 5  Febrero 1875- 9 marzo 1951”; y que fue hábilmente sustituida por otra “más suavizada”: “Aquí reposa en la paz del Señor. Hermano Mayor Honorífico (recuadrado) D. Gonzalo Queipo de Llano y Sierra. (En recuadro el símbolo de la Hermandad) y debajo: 5 febrero 1875-9 marzo 1951”. De esa manera se intentaba “justificar” tal enterramiento dentro de la iglesia sin alimentar excesivos recelos. Lo que sucede es que resulta harto dificultoso rebozar  con títulos píos de hermandades marianas lo que no tiene justificación en la memoria de los españoles. Todos los andaluces son conocedores de las arengas radiofónicas de aquel “iluminado” en la Plaza del Duque y de que durante muchos años la Virgen Macarena procesionó por las calles de Sevilla luciendo el fajín de ese sanguinario militar. Por fortuna, en la actualidad esas cosas ya no suceden.

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