Mientras unos se pasan el día
sobando la bandera y otros escribiendo sobre la “decencia” de los militares,
los partidos políticos mayoritarios, PP y PSOE, “se ponen de acuerdo para
sortear la ley y beneficiarse de una financiación suplementaria a la de las
subvenciones directas o indirectas del dinero público”, según comentaba días
pasados Luis María Anson en su columna de “El Imparcial”. “Los dos grandes
partidos –cuenta Anson- se han puesto de acuerdo para garantizar que el dinero
de las empresas siga llegando a sus fundaciones y contribuya a la financiación
de sus agrupaciones”. Mientras, como digo, Carmen Farreras comenta hoy en “El Correo de Zamora”: “Mañana si Dios lo
quiere -refiriéndose a hoy-, cientos de
ciudadanos zamoranos la acariciaremos [la bandera] con nuestros labios, la
besaremos, inclinaremos la cabeza con respeto y la honraremos como corresponde,
como hacen en cualquier país todos los ciudadanos que se precien”. El otro
plumilla, el que acostumbra a escribir sobre la “decencia” de los militares
hasta producir nauseas en el lector, ha preferido hoy explayarse sobre “El oro
del becerro” y relacionarlo con la familia Del Pino. “Hoy se ha sabido
–escribe- que la familia del Pino (sic), que es riquísima y no necesita ganar
más dinero ni arriesgarse a quedar mal ante la sociedad, ha estado sobornando
al partido del independentista Mas a cambio de concesiones de obras en
Cataluña”. Farreras ha hecho de la bandera de España una especie de fetiche,
como sucede con algunos tipos raros cuando acarician un zapato de mujer con
delectación. Anson, por otro lado, deja en paz por un día al juez Torres, al
que tiene martirizado por cumplir con su deber en el caso Urdangarín, no por lo
descubierto sobre el duque consorte hasta ahora, del que echa pestes, sino por
las sombras de duda que pesan sobre la presunta actuación de
infanta en esos raros “negocios”. Y Ansón hoy entra a la carga con algo
parecido a lo que cuenta el otro plumilla innombrable, el de “La Razón”. Y partiendo de la
presunción de inocencia, arremete sin piedad contra la constructora Ferrovial y
señala que “el fiscal subraya el ‘pacto criminal’ entre la empresa y el partido
político que engrosó su caja con 6,6 millones de euros. A cambio de tan
suculenta cantidad, la empresa de Rafael del Pino se beneficiaba de continuos
contratos pagados con dinero público”. Menos mal que Anson parte de la
presunción de inocencia para Del Pino; que si no, lo manda a galeras.
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