miércoles, 24 de julio de 2013

Calatayud, ciudad abierta




Ayer, 23 de julio, El Periódico de Aragón publicaba que “Calatayud niega cobijo a los miembros de una marcha antidesahucios a Bruselas”, para seguir contando a los lectores que “los siete miembros de la plataforma Stop Desahucios de Andalucía que realizan la marcha entre Córdoba y Bruselas tuvieron que variar ayer sus planes. Al entrar en la provincia de Zaragoza tenía previsto alojarse en Calatayud, pero el alcalde del municipio, el popular José Manuel Aranda Lassa, ni siquiera los recibió. Los activistas, de edades comprendidas entre los 20 y los 60 años, han recorrido ya 23 pueblos y en ninguno les había pasado nada similar”. Personalmente no acababa de entender que una ciudad tan acogedora como es Calatayud hubiese podido negar cobijo a los siete miembros de esa plataforma. Y como no acababa de entenderlo, a punto estuve de escribir en contra de la actitud de ese alcalde. Me alegro de no haberlo hecho, porque me hubiera equivocado. A José Manuel Aranda, aunque no le conozca personalmente, le tengo estima. He leído un cuestionario que le hizo el 28 de marzo de 2011 la Comisión de Formación de PP donde contaba que sentía placer escuchando la canción Yesterday”, viendo el fresco “El Juicio Final” de la Capilla Sixtina, las películas de Hitchcock, y degustando y bebiendo tortilla de patata y un buen vino tinto. Con esas aficiones, casi todas compartidas, José Manuel Aranda ya merece todos mis respetos. Pero hoy leo en ese mismo diario que “el primer edil no pudo cobijar a los antidesahucios” el pasado lunes. El motivo, y eso me alivia, fue que esos “siete magníficos” peatones no se presentaron en el Ayuntamiento y que “tampoco le llegó (a la Alcaldía) ningún correo ni ningún fax de la Plataforma Stop Desahucios”. Ahora recuerdo que en “El Juicio Final”, además del Cristo, María, san Pedro, san Pablo, san Andrés, san Bartolomé, el propio Miguel Ángel, que pintó su cara en la piel despellejada del mártir, santa Catalina, san Sebastián, san Lorenzo y san Blas, detrás de ellos, digo, se encuentra un grupo de ángeles con sus 7 trompetas, aunque en el cuadro aparecen 8, y otros dos ángeles sostienen el Libro de la Vida y el Libro de la Muerte. Más abajo la multitud. No hay nada como leer los “Minutos Menarini” cuando no se dispone de posibles para viajar hasta el Vaticano, como es mi caso. Calatayud es una ciudad abierta y a nadie se le niega cobijo. Creo la versión contada por José Manuel Aranda y no tengo nada más que añadir.

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