martes, 2 de julio de 2013

La leyenda de la habitación 510





Ayer comentaba el rocambolesco asunto del Hotel Corona de Aragón, donde los jueces nunca se pusieron de acuerdo, pese a que se dieron lugar a determinados reconocimientos por parte del Estado, no para todos, y donde el juez Fernando Andréu, instructor de la Audiencia Nacional, señala ahora que aquella desgracia no tuvo nada que ver con un acto terrorista. Bueno, así están las cosas. Después de las desgracias llegan las leyendas. Y sobre el suceso del Hotel Corona de Aragón existen varias, todas escalofriantes. Son leyendas urbanas, más propias de ser analizadas en el programa de Iker Jiménez los domingos por la noche en la Cuatro, al carecen de rigor. De entre todas ellas, haré referencia a los “extraños” sucesos en la habitación 510, que siempre está desocupada aunque el hotel, hoy se conoce como “Hotel Meliá Zaragoza”, esté a plena capacidad. Y para ello nada mejor que repasar bitácoras. En una de ellas (“El diario de lo oculto”, de María Cristina Pedreño Alcaraz) se cuenta  que “en los pasillos de la planta quinta se escuchan pasos o carreras, incluso con la planta vacía. Hay quien relata que, caminando por los estrechos pasillos, han sentido como si los empujasen y todos los días la sal usada por la descalcificadota de agua se volvía negra, etcétera”. Viko, en otra bitácora, hacía referencia a lo que describían unas azafatas de “Aviaco” que se hospedaban en aquel hotel con regularidad: “muchas no han sido capaces de pasar la noche allí, en medio de terroríficas voces y llantos de ultratumba”. María José Pagador Santos, en otra bitácora, cuenta su extraño fin de semana en ese hotel: “Llegamos 6 amigos y nos repartimos en 3 habitaciones dobles en la novena planta. A mi amiga y a mí, a los diez minutos de acostarnos comenzó a picarnos la garganta y a llorarnos los ojos como si hubiésemos comido algo picante. Lo achacamos al aire acondicionado. Lo apagamos. A las 4 de la madrugada empezamos a notar como si no estuviésemos solas en la habitación. A partir de ahí ya no dormimos nada. Era la habitación 925, etcétera”. En fin, la leyenda urbana, término acuñado en 1968 por el estadounidense Richard Dorson, fue definida por éste como “una historia moderna, que nunca ha sucedido, contada como si fuera cierta”.  Qué pena que de los documentos más importantes nunca haya copia de seguridad.

2 comentarios:

miz dijo...

uyyyy....aquí faltan datos y mucha información...yo sí creo que pasan cosas y por si acaso aplico aquello de " no creo en la brujas pero haberlas haylas"..Por supuesto el señor Iker y su grupo no tienen nada que decir aquí porque a ellos nunca les pasa nada ...
Habría que buscar más información y en otros sitios...que la hay.
S791aludos

José Ramón MIRANDA dijo...

Pues adelante con los faroles