martes, 2 de julio de 2013

Montoro, o el Principio de Vulgarización




Cristóbal Montoro ha afirmado hoy que “estamos en los estertores de la recesión”, durante el debate en el pleno del Congreso sobre los objetivos de estabilidad presupuestaria. En España hemos pasado de los negocios en las empresas industriales a los negocios en los “pelotazos”. No se montan factorías capaces de crear empleo sino que, por un lado se mueve el dinero en negocios financieros que son humo y, por el otro, se alimenta al monstruo de la deuda pública. En el Ibex 35 entra y sale dinero en cuestión de minutos, lo que viene a decir que un especulador es accionista y deja de serlo en ese tiempo. Pero las empresas que sirven de soporte a tales especulaciones no crean riqueza. Mueven deuda anotada. En consecuencia, visto lo visto, el Gobierno pretende hacer un Estado de servicios, donde todo el mundo sea camarero, pinche de cocina o animador de fiestas veraniegas para diversión de los turistas extranjeros. La bajada de paro en 127.248 personas, según datos de Empleo, durará lo que dure el verano, puesto que ahora se contratan trabajadores eventuales para la hostelería. Es una euforia, por tanto,  para ser cogida con alfileres. Mientras, Montoro informa de que “seguimos en la política de austeridad porque es la que nos está sacando de esta crisis”.Y se ha quedado tan ancho el tío. ¿Por qué no cuenta que la deuda pública de España supera el 87,8% del PIB? ¿Por qué no aclara que ahogar al ciudadano no es la medida acertada para salir de la crisis? ¿Por qué no informa que la actual “deuda pública” es, en gran parte, “deuda privada” derivada de la burbuja inmobiliaria? Cuando llegó la burbuja, la banca y las cajas de ahorro no pudieron hacer frente a sus deudas contraídas y se “solucionó” de la forma más despreciable, es decir, modificando la Constitución, socializando esas pérdidas comprando activos tóxicos, creando un banco malo, etcétera. La reforma exprés de la Constitución, concretamente el apartado número 3 del artículo 135, con los votos de PP y PSOE, quedó redactado así: “…los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión…”; es decir, en caso de crisis de iliquidez, antes se atenderá al pago de los intereses y capital de la deuda contraída que el pago de pensiones, seguros de desempleo, devoluciones de IRPF,  pago de sueldos a funcionarios, Sanidad, Educación, etcétera. Lo que equivale a decir que antes cobrará el tenedor de bonos alemán que el jubilado español. Como leía hoy en “Gurusblog”, “simplemente [refiriéndose a Zapatero y Rajoy] han entregado España a los acreedores, y lo han hecho con nocturnidad y alevosía, (…) es lo más cercano que conozco a un golpe de Estado y alguien debería demandar a los congresistas que votaron sí, por traición a la patria”. Goebbels dejó 11 principios de propaganda. El sexto de esos principios hacía referencia a la vulgarización. Y decía: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”. Y Montoro, según parece, nos ha tomado por tontos.

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