domingo, 11 de agosto de 2013

El camionero Antonio




El camionero Antonio Ruiz dice verdades como puños. Y las cuenta en ruta, sin soltar el volante. El camionero Antonio, que está arrasando en Youtube cuenta lo que todos pensamos y no decimos. Al pueblo le atenaza el miedo y no se atreve a denunciar, menos aún cuando el hecho de reclamar una factura –como señala Antonio- le cuesta 400 euros de tasas judiciales gracias al ministro Alberto Ruiz-Gallardón que, como sucede con el papa Francisco, parecía que era uno de los nuestros pero es uno de los suyos. El ministro de Justicia defiende el derecho a nacer pero no a vivir dignamente. Jorge M.Reverte lo dejaba claro en El País el pasado 12 de mayo: “Más del 50% de las jóvenes españolas (que son las que presumiblemente pueden tener niños) están en paro. Si alguna de ellas comete el error de quedarse embarazada, puede encontrarse no con el derecho a parir a un hijo, sino con la obligación de hacerlo, sea cual sea su circunstancia vital. Y si el nacido tiene taras irreversibles, tendrán que arrastrar durante toda su vida esa penitencia”. ¿Y que me dicen de la ministra Báñez? Está impulsando la delación anónima para combatir el fraude en el empleo. El Ministerio invita a entrar en su página web y rellenar un formulario de forma anónima, labor que a todas luces corresponde a los inspectores de Trabajo. El Ministerio tiene la pretensión de crear un Estado policial fascista y un país lleno de chivatos para que se “acabe el recreo” de los defraudadores, como dijera García-Margallo en lo concerniente a Gibraltar. La ministra Báñez, por lo que se desprende de esa invitación al chivateo, desconoce el artículo 13.2 de la ley 42/ 1997, de 14 de noviembre y, en consecuencia, incita a los ciudadanos al incumplimiento de esa ley. A esta señora le salió mal encomendarse a la Blanca Paloma en Almonte, el país sigue con 6 millones de parados sin visos de solución y ahora está probando suerte con la inestimable ayuda gratuita de confidentes y delatores, que haberlos haylos, en un intento de retirar de la circulación prestaciones de desempleo fraudulentas, que es otra forma de atajar la alarmante cifra de paro; o sea, lo más parecido a pasar la lotería por la chepa de los jorobados con la intención de que traiga suerte. Ya sólo falta que el anónimo ciudadano rellene el impreso correspondiente y denuncie de forma anónima a su vecino, a su jefe y a su padre, en vista de que la esperanza de la ministra en el prodigioso milagro de la Blanca Paloma se desvigoriza por momentos. Es, por decirlo de alguna manera, como si el camionero Antonio pretendiera amainar su manifiesto cabreo mediante el consumo de tisanas de culantrillo y hojas de laurel.

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