jueves, 19 de septiembre de 2013

El Toro de la Vega




Mariló Montero se refirió ayer en TVE a la, según ella, “maravillosa fiesta tradicional” que representa el Torneo del Toro de la Vega, en Tordesillas, de origen medieval. La fiesta, por llamarla de alguna manera, consiste en perseguir a un toro por cientos de lanceros (en 2011 más de quinientos) montados a lomos de caballos hasta darle muerte, después de que el astado hubiera sido soltado por las calles del pueblo y conducido por  corredores y aficionados a la tragedia hasta campo abierto. Es una fiesta que se celebra el segundo martes de septiembre en honor de la Virgen de la Peña. En 1966 se suspendió el rejoneo hasta dar muerte al toro en campo abierto, pero en 1970, tal vez por influencias de Gregorio Marañón Moya siendo éste Director del Instituto de Cultura Hispánica y su influencia sobre Antolín de Santiago Juárez, entonces subdirector general de Cultura Popular y Espectáculos, aprovechando un encuentro entre ambos en las Semanas Internacionales del Toro de Lidia en Salamanca, volviéndose a autorizar el macabro y bochornoso espectáculo. De nada sirvió que Jorge Javier Vázquez le reprochase a Montero que “desde la televisión pública no se puede defender un espectáculo de esas características. Pero lo cierto es que el toro “Vulcano” murió de la forma más vil y despreciable. Parece mentira que la televisión pública, que se la coge con papel de fumar y prohíbe, por ejemplo, emitir veladas de boxeo, no considere el Torneo del Toro de la Vega como algo miserable que insulta a la inteligencia. Algo tan disparatado como aquella otra “maravillosa fiesta tradicional” consistente en la costumbre de los quintos de  lanzar al vacío desde el campanario de la torre de su iglesia románica a una cabra viva en Manganeses de la Polvorosa, en la provincia de Zamora.  Los defensores de aquel dantesco espectáculo afirmaban que la cabra caía sobre una lona sujetada por decenas de personas y que no sufría daño. La polémica que despertó el tema en los medios de comunicación (donde rara vez se enseñaba dicha lona y en multitud de ocasiones se hizo creer a los lerdos que la cabra aterrizaba en el suelo) fue causa de que el alcalde prohibiera la fiesta en 2002. La tradición del Toro de la Vega es, en efecto, originaria de la Edad Media, cuando era  costumbre que los nobles celebraran las bodas invitaban a la gente de más alta cuna a realizar torneos de justas y a despeñar a animales (generalmente vacuno) por los cantiles en las lindes de los ríos. En la actualidad, el toro es soltado cerca de la plaza mayor  y corre escoltado por la multitud, bajando por la Calle del Empedrado hasta el puente sobre el Duero. Pasado el puente, alcanza la zona del Cristo de las Batallas donde centenares de corredores tratan de citarlo y recortarlo. Allí le esperan los caballistas  para proseguir con el recorrido hasta el Campo del Honor, zona donde comienza el torneo y el toro es alanceado hasta su muerte. Pero lo más triste, si cabe, es que el Torneo del Toro de la Vega fue declarado Fiesta de interés turístico de España por Resolución de la Secretaría de Estado de Turismo de 18 de enero de 1980 (BOE de 16 de febrero). ¿Alguien entiende tal sinrazón? Tampoco entiendo la razón por la que a María Dolores Montero Abárzuza, Mariló para sus íntimos, le siguen renovando contrato en el programa “La Mañana de la 1” de una televisión estatal que pagamos todos los ciudadanos a través de nuestros impuestos.

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