martes, 8 de octubre de 2013

Francisco de Val





Hoy, leyendo El Periódico de Aragón, me topo con una entrevista que el cantautor aragonés Joaquín Carbonell le hace a Ramón Gaspar, autor de una biografía de Francisco de Val, aragonés de Villafeliche y creador de numerosas canciones de éxito. De entre esas canciones (“Sierra de Luna”, “Aquellos ojos verdes”, “Campanitas de la aldea”, “Será una rosa”, etc.) me quedo con “Qué bonita que es mi niña”. La popularizó el trío Los Gaditanos, del que era uno de sus componentes el gitano trianero Juan Pantoja Cortés, hijo del “cantaor” Antonio Pantoja Jiménez (Pipoño de Jerez). Juan Pantoja se casó con Ana Martín, que  fue “bailaora”  en las compañías de La Niña de los Peines y Pepe Pinto y de Juanita Reina, respectivamente. Esa canción, “Qué bonita que es mi niña”, la escuché de niño con harta frecuencia durante mis estancias en Lugo, porque un vecino de casa de mis abuelos se pasaba el día dale que dale al microsurco, o al disco de pizarra, sobre todo a la hora de la siesta  en los meses de verano. “Ayer tarde yo cantaba / mientras mi niña dormía. /  Y los almendros lloraban / de la infinita alegría”. Francisco de Val acabó sus días en una pensión madrileña de mala muerte. Corría el año 1984. Sus restos mortales fueron a parar a la fosa común del Cementerio de la Almudena y, para mayor desgracia, no existe ni una lápida que le recuerde, como merecería.

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