jueves, 3 de octubre de 2013

Sobre méritos y capacidades


Ayer comentaba que debería aclararse una sinrazón; es decir, el motivo por el que los profesores de Religión no pueden ejercer labor de vigilancia en las horas de recreo al alumnado de Primaria. Y añadía que toda ayuda prestada en tiempo de recreo debe ser bienvenida, al margen de las ideologías y de las diplomaturas. Pues bien, hoy me he desayunado con las últimas declaraciones de Susana Díaz, presidenta de Andalucía, donde “justifica” tales motivos. Esta mañana, en Madrid, en un  desayuno informativo organizado por el Foro Nueva Economía, Díaz ha dicho que “pretender otra cosa sería anómalo y recurrible constitucionalmente porque quebrantaría los criterios de mérito y capacidad que concurren en el profesor regular”. Por todos es conocido que los profesores de Religión son designados por el Obispado directamente, tras superar la Declaración Eclesiástica de Idoneidad (DEI) de acuerdo con la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo y el Real Decreto de Educación 696/2007, de 1 de junio, por el que se regula la relación laboral de los profesores de Religión, para ser designado profesor de Religión Católica por la Administración Educativa correspondiente. Pero, al margen de esas peregrinas consideraciones de Susana Díaz, cualquier persona mayor de edad y en su sano juicio tiene capacidad bastante para ejercer labores de vigilancia en los recreos infantiles, al margen de esos “criterios de mérito y capacidad” relacionados con una titulación académica que habilita al ejercicio de la docencia. Porque, ya puestos a  hilar fino, a mí me gustaría saber qué méritos y capacidades tiene acreditados Susana Díaz para haber llegado a presidir la Junta de Andalucía tras la salida acelerada de José Antonio Griñán “por la necesidad de producir – según dijo- un cambio generacional en la política andaluza”; y, también, “por preservar a la Presidencia de la Junta de la ‘erosión’ en el caso de los ERE”. Y el 7 de septiembre, Susana Díaz era elegida presidenta de la Junta, después de haberse rechazado otras candidaturas de forma vergonzosa. Fue el famoso “Susanazo”. Y poco más tarde, Griñán era nombrado senador para seguir aforado. A nadie se le escapa que –como bien escribía Ignacio Trillo en su blog- “en el PSOE andaluz está instalada la subcultura clientelar y pesebril, donde Susana Díaz ganó sin sorpresa alguna la batalla por goleada de avales”. Y yo añado: sí, de avales de estómagos agradecidos. Como escribía al principio, hoy me he desayunado con las últimas declaraciones de Susana Díaz y se me ha atragantado el cruasán cuando ésta señora ha hecho alusión a determinados méritos y capacidades. En este país ya no se sabe si es mejor encender una luz o maldecir las tinieblas.

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