lunes, 27 de enero de 2014

El jardín de Gallardón



El Gobierno que preside Rajoy, que no sabe cómo salir de las arenas movedizas en las que se ha metido hasta el cuello con el tema de la modificación del aborto (ese “enorme error estratégico”, según El País), sale ahora con una solemne pata de banco puesta en boca del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, quien sostiene que “la reforma del aborto será buena para la economía”. Yo no sé si este hombre está chiflado o nos quiere tomar el pelo. La sociedad española no estaba demandando esa reforma de una ley que sólo puede contentar a la Conferencia Episcopal y a los sectores ultra conservadores incrustados en el Partido Popular que sueñan con un nacional-catolicismo nostálgico y durmiente en Cuelgamuros, entre ellos la incompetente alcaldesa de Madrid, Ana Botella; Jaime Mayor Oreja, que ve fantasmas donde no los hay; y Jorge Fernández Díaz, uno de los peores ministros de la democracia, que está convencido de que nuestro país está mejorando en su aspecto macroeconómico gracias a la intercesión de Teresa de Ávila. Estamos ante una regresión de las libertades en toda regla. Como recuerda El País, “hasta Marine Le Pen dijo que le parecía excesiva la ley española, que sólo tiene en Europa el apoyo de su padre, Jean-Marie”. Y ahora llega mi reflexión: si aumentase considerablemente el número de niños nacidos con malformaciones, ¿puede decirme Gallardón de qué manera será ello bueno para la economía? ¿Cómo se atreve a decir esas cosas el miembro de un Gobierno que ha recortado hasta la grosería las prestaciones sociales? Desconozco las respuestas. Pero una cosa está clara: no se puede torear en plaza de primera categoría con traje de monosabio.

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