viernes, 31 de enero de 2014

Puertas




Ayer escribía sobre las puertas que tuvo Zaragoza y,  hoy, leyendo a Pascual González en El Correo de Andalucía me entero a qué debe su nombre la sevillana Puerta de la Carne. Dice González: “Cipión y Berganza son los dos canes protagonistas principales de la novela ejemplar “El coloquio de los perros”, en la que Miguel de Cervantes inmortaliza el matadero sevillano donde nació Berganza como uno de los tres lugares que le quedaban al rey por ganar en Sevilla. Un matadero situado en los extramuros de la ciudad y por el que toma el nombre una de las desaparecidas puertas de acceso a la metrópolis hispalense, conocida popularmente como la Puerta de la Carne. Situada en la confluencia de Santa María la Blanca con Cano y Cueto, esta puerta llamada de Minjoar por los musulmanes, recibió varios nombres a lo largo de su historia, como Puerta de las Perlas o Bab Yahwar en la época almohade, y Puerta de las Juderías, habida cuenta de que era la única entrada exterior al acotado barrio de la Judería, en cuya travesía principal se ubicaba el mercado o zoco de la Azuaica”. Fue derribada en 1839. En Zaragoza, que había doce, sólo queda una, la Puerta del Carmen. Y es que ahora ya no se estilan las puertas que cerraban las ciudades y que también servían para cobrar tributos a los mercaderes que penetraban para hacer negocio, como “no se estila, / ya sé que no se estila/ que te pongas para cenar /jazmines en el ojal”. Hoy sólo se llevan las puertas giratorias, no en los cafés, que tampoco quedan, sino  esas que utilizan los altos cargos de la Administración cuando cesan y se marchan a trabajar a la empresa privada, siempre en beneficio del interés privado y casi siempre en perjuicio del interés público. Unos políticos, la mayoría de ellos de una impericia demostrada que, si volviesen a ser llamados por el presidente del Gobierno para un puesto de mayor calado, verbigracia una cartera ministerial, se pasarían el día recordando a los medios el “sacrificio” que les conllevó volver a la política por “el bien de España”, eso sí, perdiendo dinero. Es lo que se conoce como “retro-pantouflage”. La puerta giratoria la han utilizado, entre otros, Acebes, Zaplana, Felipe González, Aznar, Piqué, Boyer, Narcis Serra, Rato, Salgado, Michavila, Atienza, Matutes, Tocino, Guindos, Martín Villa, Javier Solana, Lladó, Croissier;  y hasta sindicalistas como Nicolás Redondo en FCC. Es la otra Puerta de la Carne,  pero de la carne momia, que diría Montesinos,  el primo de Durandarte, al que sacó el corazón para llevárselo a la señora Belerma. Aquí, casi todos ellos han dejado “por el bien de España” a los ciudadanos clareándoseles la raspa, pero ellos, los políticos de ida y vuelta, siguen ganando dinero a capazos sin echar la vista atrás, para no convertirse en estatuas de sal en la historia reciente.  Cela tuvo una máxima que le funcionó en vida: “El que resiste, gana”. Ellos tienen otra: “El que venga atrás, que arree”.

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