viernes, 17 de enero de 2014

San Antonio de Enero




San Antón, o san Antonio de Enero, o san Antonio Abad es el portero del Infierno y el encargado de proteger a los animales. También ese santo era el encargado de curar el llamado “fuego de san Antonio”, producido por los alcaloides del cornezuelo del centeno, muy extendido durante la Edad Media. Producía dos tipos de ergotismo, el ergotismo gangrenoso y el ergotismo convulsivo. Sobre el ergotismo gangrenoso, entre los siglos IX y XI, puede observarse uno de los canecillos (el primero del lado sur) que hay bajo el alero en la iglesia de Javierrelatre (Huesca). Ahí se intuye el dolor producido por la isquemia. Se puede ver labrado en piedra a un demonio devorando un pie. Lo cierto es que por aquel proceso de gangrena y momificación se podía llegar a desprender una extremidad sin sangrar. Por aquellos tiempos se “recomendaba” peregrinar a Santiago de Compostela como remedio casi seguro del horrible padecimiento. No es que el santo produjera milagro alguno, sino que durante la larga travesía se dejaba de comer pan de centeno con hongos tóxicos (Claviceps  Púrpurea) y a corto plazo mejoraba el enfermo. Fue tal el número de enfermos que en 1095 se fundó la Orden de Canónigos Agustinianos Hospitalarios de San Antón, llenando el Camino de Santiago de hospitales. A estos canónigos agustinianos se les distinguía por portar una cruz azul en forma de “T” en el pecho sobre su hábito de color negro. El hongo tóxico tenía forma de espolón y sobresalía de la espiga. Y de ahí proviene el nombre de “ergotismo” puesto que “ergot”, en francés, es el nombre del espolón del gallo de corral. El hongo contaminaba la harina de ergotamina, derivado del ácido lisérgico (sintetizada la dietilamida de ese ácido en 1938 por Albert Hofmann)  y esa fue la causa de tanto sufrimiento. La Iglesia Católica se benefició de la “bondad” de las peregrinaciones a Galicia por cuestiones de fe y tal vez ese fuese el principal motivo por el que se invitaba a hacer el Camino de Santiago. Costumbre que por diferentes motivos se sigue manteniendo en nuestros días. Posiblemente la costumbre acendrada de hacer hogueras en todas las plazas de los pueblos la víspera de san Antón tenga mucho que ver con aquel terrible fuego de san Antonio. Enero es tiempo de matancía y se suele aprovechar para que los vecinos asen en las hogueras productos del cerdo. Lo dice la letra de una  vieja canción popular: “Por san Antón / el que no mata cochino / no come morcillón”.







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