viernes, 21 de febrero de 2014

Fuegos de artificio




Leo a María Fabra en El País, que hace referencia a una doctrina jurídica llamada “ignorancia deliberada”. Y cuenta que un magistrado del Supremo, en relación con las respuestas de la infanta el pasado día 8 de febrero, la define así: “Quien se pone en situación de ignorancia deliberada, sin querer saber aquello que puede y debe saberse, y sin embargo se beneficia de la situación, está asumiendo y aceptando todas las consecuencias del ilícito negocio en el que voluntariamente participa”. La infanta respondió con evasivas 579 veces sobre su papel al frente de  Aizoon y sobre el papel de su marido en el instituto Nóos. Ayer decía yo que había demasiada amnesia, demasiados lapsos de memoria en alguien, como es el caso de Cristina de Borbón, que ocupa la séptima posición a la Jefatura del Estado.  De cualquier manera, mucho se está hablando y escribiendo sobre la imputación de la hija menor del Rey y las pasadas declaraciones ante el juez Castro. No hay que ser profeta para vaticinar que todo este fuego de artificio no servirá para gran cosa. Al final, y me apuesto doble contra sencillo, la infanta quedará libre de toda sospecha y sobre su marido, Iñaki Urdangarín,  caería todo el peso de la Ley en el supuesto, que todavía está por demostrarse, de que fuese responsable de ilícitos negocios y evasiones al Fisco. Y, aún en el supuesto de que así fuera, tampoco pasaría nada. Ya se encargará, lo den por seguro, el “Club de los Viernes” de concederle el indulto para dejar la fiesta en paz. Hay que soltar cuanto antes la patata caliente, que más que una patata ya parece un boniato. La bandera tricolor asoma en todas la manifestaciones de ciudadanos hartos; el bipartidismo hace aguas; la “malafollá” del paro persistente se ha enquistado y no lleva camino de arreglarse por mucho que Báñez se encomiende a la Blanca Paloma; los brotes verdes solo los ven los Guindos Boys y el tipo de la corbata roja que no sabemos de qué se ríe, el resto de la camarilla pepera cree que los ve crecer mirando fijamente el erial, pero ninguno del pesebre advierte  más allá de sus napias; el cabreo del ciudadano común arrecia como una ciclogénesis explosiva en riesgo naranja; y el pusilánime Rajoy detenta un gran desasosiego por la “Quinta Columna” de Vox, que le pasará por la derecha sin poner los intermitentes, que al hombre del saco.

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