jueves, 6 de marzo de 2014

Concertinas




Como bien se sabe, el ministro del Interior ha visitado, ayer y hoy, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla por ver qué se puede hacer para evitar en la medida de lo posible los asaltos a la valla que separa España de Marruecos. Y parece ser que se va a llevar a cabo una inversión de millón y medio de euros para, entre otras cosas, colocar una valla “antitrepa” y hacer más difícil que los subsaharianos puedan encaramarse a ella. En fin, algo había que hacer. Lo que no me sirve como excusa es que el ministro manifieste que los alambres con cuchillas, las famosas concertinas, son “un elemento no agresivo, que tiene una finalidad disuasoria y que cumplen con todos los requisitos de legalidad”. Pero, por si a algún ciudadano no le ha quedado cristalina esa respuesta, éste ha dejado claro que tales concertinas no las colocó en su día el Gobierno que preside Rajoy, es decir, que ya estaban antes del 20 de diciembre e 2011, a excepción de 2’5 kilómetros, que se han repuesto. Jorge Fernández Díaz, por decir, puede decir que las porras de la Guardia Civil no son agresivas, si no se utilizan como medida represiva; que las pelotas de goma tampoco lo son, si te las regalan en la tienda cuando compras unos zapatos “El Gorila”; etcétera. Las concertinas son muy agresivas, por más que diga lo contrario el ministro, Agamenón o su porquero. Digo más: mantener esas cuchillas me parece una auténtica salvajada. Hasta Clemente Cubero, gerente de Kwazulu, empresa que fabrica los rollos de alambre con cuchillas entiende que hay productos más efectivos y que no hacen daño a las personas. Y pone como ejemplos el muro de hormigón de 12 metros de altura existente en Israel o una determinada valla antiescalada que ellos fabrican. “Tenemos una valla antiescalada -dice Cubero- en la que no entra una mano ni un pie ni una cizalla; lo único que puede penetrar es una sierra radial, pero en el interior de la valla hay además unos barrotes rellenos de material cerámico que, para cortarlos con una radial, habría que cambiar la muela cada dos minutos”. Como pueden observar, ideas no faltan. Sólo, si acaso, la voluntad de aplicarlas.

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