viernes, 28 de marzo de 2014

La Policía merece dignidad





Comenta Carlos Herrera en el diario Abc que “un aglomerado de la peor basura social ha planeado aprovechar cualquier manifestación de descontento ciudadano para sembrar todo caos y toda violencia posibles. Su ejecutoria consiste en la destrucción de lo que alcance a su ira y al uso de violencia extrema contra servidores del orden público. Se vio el sábado en Madrid tras la Marcha por la Dignidad y se ha visto en los campus universitarios en las últimas horas”. Cierto. Todo ciudadano tiene derecho a manifestarse por las calles de su ciudad sin que nadie, tampoco el ministro del Interior o la alcaldesa de Madrid,  pretendan señalar  qué lugares son los “apropiados” para realizar tales manifestaciones. De ninguna de las maneras se debe habilitar un “manifestódromo” para que el ciudadano pueda explayarse, airear pancartas y dar gritos contra aquellos que producen, a criterio de los manifestantes, bochornosas situaciones de injusticia social. En Reino Unido, por ejemplo, hasta se permite que los ciudadanos puedan manifestarse a la puerta de la residencia del primer ministro. Sin embargo, en España la cosa cambia. Si España pretende estar a la altura de países que, como Francia o Reino Unido, tienen perfectamente asumida la democracia desde hace muchos años, no deben sus gobernantes de quita y pon rasgarse las vestiduras ante un escrache frente al domicilio de un político. Debería considerarse como algo normal. Y una vez aclarado eso, estoy de acuerdo con Herrera en que “un aglomerado de la peor basura social ha planeado aprovechar cualquier manifestación de descontento ciudadano para sembrar todo caos y toda violencia posibles”. No puede ni debe tolerarse. El otro día, en Madrid, se pudieron contemplar escenas que ponen los pelos de punta. Hubo una descoordinación policial de libro. Y, también, unos grupos incontrolados dispuestos a todo, incluso a tumbar policías a pedradas. Eso no cabe en un Estado de Derecho.

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