viernes, 7 de marzo de 2014

Polvo




Leo en Abc que “El área de Igualdad de la organización agraria COAG ha denunciado ante el Observatorio Andaluz de la Publicidad No Sexista una valla en la que figura el anuncio de un producto para el campo, al considerar que atenta contra la dignidad de las mujeres”. ¿Y si en vez de una mujer, en el anuncio hubiese aparecido la foto de un hombre, qué hubiese cambiado? Estamos hartos de ver anuncios con doble sentido y no  pasa nada. Los tiempos no están como para cogérsela con papel de fumar. Acabamos de comenzar la Cuaresma el pasado Miércoles de Ceniza y muchos ciudadanos acudieron esa mañana a los templos para que el sacerdote les echara (con perdón) un polvo blanquecino sobre la cabeza debidamente bendecido, asperjado con agua bendita y hasta entonces guardado a partir de la quema de hojas sobrantes de olivo del  Domingo de Ramos del año anterior, como signo de caducidad de la condición humana. “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” (Génesis, 3.19). Camilo José Cela, en su “Enciclopedia del Erotismo” (Sedmay Ediciones, t.IV, p.965), al relacionar el polvo como la cópula carnal, indica que “es eufemismo por sexualización de sentido, quizá en presencia de metáfora formal; el polvo sería inicialmente el semen, el resultado de la acción de copular en las múltiples metáforas de ese sentido que la eufemizan -amolar, cascar, machacar, etc.- y, por sinécdoque, el presente u homenaje seminal del acto y el acto mismo, como puede verse en su frecuentísimo uso como complemento directo de los verbos ‘echar’, ‘pegar’ y ‘soltar’”. Y en su Enciclopedia, el Premio Nobel de Literatura remata con unos versos atribuidos a Espronceda (“La mujer”, Canto I, versos 77-80): “Si te quieres casar te comprometes/ a pasar una vida de dolores; / nada, sigue mi plan, échala un polvo/ y después, si pecaste, ‘ego te absolvo’”. El anuncio en cuestión denunciado por COAG dice: “¡Agricultor!, si quieres algo mejor que un Polvo… pide un Disperss”. Las vallas publicitarias fueron contratadas por la empresa catalana Cequisa (Grupo UPL) para anunciar uno de sus fungicidas. Es posible que a muchos agricultores ese anuncio les haya parecido ordinario, de mal gusto. Lo respeto.  A mí, en cambio, me parece gracioso, de la misma manera que me parece sandunguero el chiste de aquellas monjitas a las que les habían robado en el convento la noche anterior. Y cuando la superiora, acompañada de otra monjita, fue a poner la denuncia en el cuartelillo de la Guardia Civil, la monja acompañante le dijo al sargento muy seria: “¡…y nos querían envenenar!”. Lo dejo ahí. El final prefiero no contarlo. Es un viejo chiste donde la gracia gravita en la ingenuidad de la religiosa. 

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